U. G. Mauro
Como poesía fragmentada que testimonia al borde de la protesta pero habla también de amores con una curiosa sonoridad suave, cargada y tajante al mismo tiempo; así se percibe "Ofrenda", el nuevo disco del cantautor español Pedro Guerra. Disco definitivamente conceptual y colorido, "Ofrenda" difiere de otras producciones caracterizadas por el despojamiento sonoro de este artista canario. Pedro Guerra abandona el esquema del cantautor ortodoxo español que se apoya casi pobremente en su voz y su guitarra, para adentrarse con climas provistos por una más densa orquestación, en una traducción fiel, no ya de su sentir y pensar, sino de las esencias que lo conforman como hombre oriundo de un punto del Mediterráneo que ha sido histórico cruce de culturas. Instrumentos folclóricos de percusión y cuerdas propios del norte de Africa, como la guitarra africana o el kanú, enriquecen aún más la perfecta conjunción de violín, cello y teclados con la que el cantante complementa la base musical de las doce canciones del disco, que abre con "Babel" y culmina con "El reencuentro de Viola y el Barón". Este Guerra de "Ofrenda" no es el cantante que recién después del éxito de "Contamíname" en la voz de Ana Belén pudo abandonar el under de los pubs de Madrid para grabar su primer disco, "Golosinas" (1995). Tanto aquel tema como "El marido de la peluquera" -de la película homónima e incluido en la placa "Tan cerca de mí" (1997)- le dieron el aliento de ser reconocido como uno de los mejores creadores de la península, lo que permitió a su vez encarar una producción en la que no faltaron algunos lujos. El violinista Faical Kourrich grabó su intervención en el tema "Extranjeros" en el templo beatle de Abbey Road Studios de Londres, y Pedro Guerra (padre) interviene con frases de "El día que me quieras" en "Papá cantó", un emocionado tributo a un amante de artistas como Falú y Gardel. El cantautor de Tenerife, siempre bien acompañado por los 12 músicos participantes, milita en canciones como "Babel", maduro llamado a la comprensión y la tolerancia contra lo peor de la globalización; en "Niños", contracara de ciertos paraísos turísticos, en "Extranjeros" y en "Herminia", homenajes a los marginados sin esperanzas. En cada tema hay cierto frenesí expresivo, cierta prisa por decir que neutraliza el tono más monótono que melancólico de anteriores placas. El amor en Pedro Guerra no apela al cliché literario ni su voz es innecesariamente intimista. En este terreno, las canciones como "Ofrenda", "El encantador de serpientes" o "Dragones verdes" son lo que deben ser: originales en figuras y un lugar apropiado para el aprovechamiento de una garganta que nunca tendrá fuerza, pero si matices que no se percibían plenamente en anteriores registros. Con la excepción de la popular Daniela Mercury que interviene muy correctamente en "El encantador de serpientes", poco puede agregarse en torno a los poco conocidos artistas invitados; el brasileño Lenine, una muy buena voz en "Miedo", y la mexicana Julieta Venegas, que adorna más con su acordeón que con su voz el tema "Niños". Cal: 4 estrellas.
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