| | Reflexiones Conservadores
| Eduardo Haro Tecglen (*)
El primer ministro de Australia se niega a que desembarquen en su país los inmigrantes afganos enfermos, sedientos, hambrientos, del barco Tampa: es un conservador. La línea general conservadora es permanente: fuera los inmigrantes. Sólo los más aptos. Se junta con otros rasgos del carácter darwiniano que coinciden en formas rígidas, no tolerantes ni permisivas en otros aspectos de la vida. En Australia es permanente: todos los periódicos recuerdan que es un país que tradicionalmente ha acogido la inmigración, pero no dicen que eligieron siempre la raza blanca para no crear un país mestizo, donde los aborígenes, que son muy feos, no se mezclan. Pedían mujeres blancas para ser preñadas. El rechazo al inmigrante es siempre racista. En España se aceptan católicos, americanos de lengua española (muchos nos la podrían corregir) o marroquíes que hayan vivido en la zona de su país que colonizamos (aquello se llamaba Protectorado, y nunca he sabido de quiénes los protegíamos, a no ser de ellos mismos), con idioma español, y si alguno de ellos recibió enseñanza religiosa o moral de los franciscanos, mejor. Los que huían por Barcelona o por Cuenca eran negros. Mal asunto. Los perseguían tres distintos partidos: la Generalitat, conservadora moderada; el Ayuntamiento, socialista pactante; el delegado del Gobierno, conservador extremista del PP. Unidad nacional. Zapatero, socialista con futuro, primer dirigente en las encuestas oficiales, pretende pactar sobre este tema. No trata de levantar la mano en la inmigración, sino, quizá, de humanizarla. Mano dura es conservadora; mano blanda no lo es. Digo "no lo es" con una fórmula negativa: no encuentro la palabra que signifique lo contrario de conservador. Antes servía "progresista": ahora da risa. No los hay en el Parlamento, ni quizá en la calle. También sirvió "liberal": ahora se utiliza sólo para el ogro económico. Puede que todos sean conservadores. No quieren perder votos: y hay muchos racistas. El secreto de la urna les permite decir que no son racistas. En Durban sesiona la conferencia oficial contra el racismo. No va a dar resultado. Estas conferencias mundiales cuestan mucho y no sirven. Sirven para limpiar conciencias. Quieren que los países que fueron negreros pidan perdón a los descendientes de los esclavos. Sobre la actualidad nadie pedirá perdón. (*) El Pais (Madrid)
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