Año CXXXIV
 Nº 49.226
Rosario,
sábado  01 de
septiembre de 2001
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El ministro de Defensa alemán secuestró un avión para reunirse con su novia
Rudolf Scharping dejó a pie a dos legisladores en los Balcanes para continuar sus vacaciones en Mallorca

Javier Cáceres

Berlín. - El ministro alemán de Defensa, Rudolf Scharping, no sale de un charco para meterse en otro. Y esta vez bien le puede costar el cargo. El socialdemócrata, de por sí bajo presión por unas fotos pícaras con su compañera sentimental, Kristina Condesa Pilati, dejó la noche del jueves en tierra a dos líderes de la oposición germana en los Balcanes para continuar sus vacaciones en Mallorca (España) con su enamorada.
Lo que un portavoz del ministro calificó ayer como "una concatenación de circunstancias desafortunadas", que ocurrió "muy a pesar" del ministro, ya tiene asegurado su ingreso en el compendio de las historias más inverosímiles de la política alemana. El ministro prácticamente secuestró el avión que debía llevar al presidente del grupo parlamentario que componen la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y su ala bávara (CSU), Friedrich Merz, y al socialcristiano Michael Glos a Berlín, para volver a los brazos de su querida.

Comidilla de la prensa
El incidente le ha servido a la oposición para hacer sangre del ministro, que se convirtió la pasada semana en comidilla de la prensa alemana -y la oposición- por coquetear públicamente con su novia en momentos en que centenares de alemanes uniformados se despedían para meterse en la imprevisible Macedonia, formando parte del contingente de la Otán. El grupo parlamentario conservador ya ha solicitado una sesión extraordinaria de la comisión de Defensa de la Cámara baja del Parlamento alemán (Bundestag) y, evidentemente, la vuelta del ministro. "Mientras los aviones de combate de la Bundeswehr se quedan en tierra por falta de dinero y repuestos, Scharping se gasta el último céntimo de las fuerzas armadas para noches calientes en Mallorca", afirmó el portavoz de Defensa de los conservadores, Paul Breuer. La falta de medios del Bundeswehr -y la consiguiente presunta falta de seguridad de los soldados- fue el principal argumento de unos 60 legisladores conservadores que votaron el miércoles en contra de la participación alemana en Macedonia.
En las filas de los partidos de gobierno, la procesión fue por dentro. Hacia el mediodía no existía ni una sola reacción oficial. Sin embargo, ya constaba que Scharping provocó algo más que sólo incomprensión entre sus correligionarios. En concreto, dudas sobre su futuro como ministro.
Todo empezó el jueves, en tierras balcánicas. Dos líderes de la oposición conservadora, Friedrich Merz y Michael Glos, que habían viajado a Kosovo y Macedonia para visitar a las tropas alemanas, llegaron en helicóptero al aeropuerto de Pristina, para abordar el Challenger de la Bundeswehr que le había llevado hasta allí y que debía devolverlos a Alemania. Con cara de circunstancia, los militares les explicaron que el avión había sido "confiscado" por el ministro, que se hallaba en Skopje, Macedonia, pasando revista a los soldados alemanes.
Las fuerzas armadas tuvieron que desviar el Airbus presidencial Theodor Heuss, que sobrevolaba Hannover camino de Berlín, a Pristina, para recoger a los parlamentarios y su séquito. Una hora de vuelo de Airbus puede llegar a costar 10.000 dólares, señalan expertos. Al final, los conservadores llegaron a la capital alemana con un retraso de dos horas que les impidió seguir a sus respectivos lugares de residencia. Para Merz, el asunto fue aún peor: en el Challenger estaban su cartera y su agenda, con todas las citas para el fin de semana, se escandalizó. Recuperó sus documentos de madrugada, ya que el Challenger voló a la capital alemana tras dejar a Scharping en Mallorca.
Scharping hizo llegar ayer su pesar a Merz y Glos. Sin embargo, en Berlín se consideraba previsible que tendrá que pagar un precio alto por su escapada a la isla balear. Y ello en gran medida porque aún se sienten las olas del chapoteo que se pegó el ministro con la condesa en una piscina de la isla de Mallorca, para ilustrar una entrevista que concedió a una revista del corazón alemana.



Scharping (der.) con Aznar, en septiembre de 2000.
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