Bogotá. - Delegados del gobierno estadounidense iniciarán hoy una visita a Colombia con el objetivo de someter a un nuevo examen los temas de la lucha antidrogas y el proceso de paz con la guerrilla de las Farc, éste último el más determinante en el futuro de las relaciones entre ambos países. La misión estadounidense -encabezada por el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos Marc Grossman- llegará a Bogotá con una valija de doble fondo. Por un lado están los mensajes de apoyo a la política antidrogas del presidente Andrés Pastrana y por el otro, el menos visible, las críticas e interrogantes al plan pacificación que lleva a cabo su gobierno. Aunque el tema sigue siendo manejado con absoluta discreción, tanto Washington como Bogotá están cada vez más cerca de incluir en su complicada agenda bilateral los diálogos con los rebeldes, pues éstos no son ajenos a los intereses del nuevo huésped de la Casa Blanca. Las violaciones que se le imputan a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) en materia de derechos humanos, sus nexos con el narcotráfico y los abusos que comete en la zona desmilitarizada del sur colombiano, parecen estar colmando la paciencia del presidente George W. Bush, quien a través de sus voceros ha manifestado su preocupación por la falta de resultados del proceso de paz con ese grupo. Organizaciones defensoras de las garantías fundamentales, como Human Rights Watch, sorprendieron recientemente al mundo con sus reparos frente al accionar de las Farc, a quienes se habían abstenido de señalar como agresores del Derecho Internacional Humanitario, pese al gran número de pruebas. Precisamente, el director ejecutivo para América de esa entidad, Miguel Vivanco, criticó un artículo publicado en Internet donde el grupo marxista estableció en Colombia "una zona de miedo", donde las "personas desaparecen sin dejar huella" y donde la única ley que rige es la "de la pistola". Los juicios de Human Rights Watch se suman a los expresados por la embajadora de Estados Unidos en Colombia, Anne Patterson, quien ha puesto varias veces en entredicho la voluntad de negociación de las Farc, aunque ha dejado en claro que su país "es respetuoso de la política de paz de Pastrana". Sin embargo, el tema parece cada vez estar más ligado al de la lucha contra el narcotráfico, en el cual Washington basa su respaldo a Colombia, pues las pruebas recabadas por las autoridades de Bogotá apuntan a que la organización insurgente participa de manera activa en la producción y tráfico de cocaína. De ahí que el Plan Colombia de lucha antidrogas, al cual contribuye Estados Unidos con 1.300 millones de dólares, no esté lejos, según los analistas, de incluir en sus objetivos la lucha contra las Farc, aunque para ello, consideran, tendrá primero que agotarse la posibilidades de negociación con los guerrilleros. Y es, precisamente, hacia donde parecen apuntar las presiones o recomendaciones de entidades humanitarias locales e internacionales, que empiezan a exigirle al gobierno de Pastrana reconsiderar los términos del diálogo con la principal fuerza rebelde del país, enfatizando que éste debe estar acompañado de una revisión por parte de la comunidad internacional. Es por eso que la visita a Colombia de la delegación estadounidense, la primera de alto nivel que envía Bush, cobra una especial importancia para el futuro de la paz en el país andino, pues son pocos los que descartan que ésta traerá nuevos aires, ya sean de paz o guerra, para la nación.
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