La mitad de los alumnos de hogares de mayor vulnerabilidad socioeconómica del país termina la escuela secundaria, en tanto el 25 por ciento de las escuelas con mejores resultados educativos están situadas en zonas de población de condición humilde, según se desprende del Operativo Nacional 2000 a los estudiantes que finalizan el nivel medio.
El censo a los estudiantes de los quintos y sextos años secundarios del país arrojó que existe una estrecha vinculación entre los logros académicos de los estudiantes y la cantidad de días de clase que tuvieron.
En ese sentido, y teniendo en cuenta que el año pasado en que se realizó la examinación hubo una mayor regularidad de clases y menos conflictos, la prueba demostró que en aquellas escuelas donde hubo menos de 90 días lectivos, los chicos obtuvieron 51,5 por ciento de aciertos en matemática y 49,6 en lengua, mientras entre los que estudiaron más de 110 días, en matemática aprobaron seis de cada diez al igual que en lengua.
A modo de derribar mitos, las escuelas con mejor puntaje reunieron estás características: el 25 por ciento de sus estudiantes son humildes; el 15 por ciento tiene problemas de conducta; el 14 por ciento trabaja como empleado para otra persona; el 9 por ciento tiene problemas en la seguridad; el 3 por ciento tiene recursos físicos y didácticos inadecuados.
"La más interesante"
El secretario de Educación Básica, Gustavo Iaies, interpretó que los resultados del nuevo operativo que tuvo una cobertura mayor que la de 1999 -85 por ciento de alumnos y 96 por ciento de escuelas del país- que "la escuela pública es más interesante, con mayor cantidad de chicos adentro, con sectores sociales más diversos".
Otros datos importantes de la evaluación indican que de los chicos que terminan el secundario sólo el 19 por ciento tiene libros en su hogar, el 25 por ciento tiene mala conducta y el 20 por ciento, además de estudiar, trabaja como empleado.
De acuerdo a estos datos y a estudios de probabilidad, el Ministerio concluyó que si se les suministrara a cien chicos los libros necesarios para estudiar, 55 de ellos tendrían un alto nivel educativo, mientras que si se lograra cambiar la realidad económica de cien chicos de nivel económico bajo, 66 de ellos tendría mejor rendimiento en la escuela.
En el promedio general, el 61,3 por ciento de los alumnos que rindieron la evaluación aprobaron las pruebas de matemáticas y las de lengua fueron aprobadas por el 59,1 por ciento.
Este promedio general descendió con respecto a 1999, ya que ese año el 65 por ciento aprobó las pruebas de lengua y el 68 por ciento las de matemáticas; en 1998 el 67 por ciento había aprobado lengua y el 67,03 matemáticas.
Leer para entender
Los mayores trastornos en lengua -como ya es tradición- se presentaron en la comprensión lectora, específicamente en reconocer recursos argumentativos usados en un texto, mientras que en matemática, los alumnos tuvieron mayores dificultades en la resolución de ejercicios relacionados con cálculo combinatorio y probabilidades, y en menor medida con ecuaciones e inecuaciones.
Como indicadores, se preguntó sobre el nivel educativo de los padres, sobre el hacinamiento (si viven más de tres personas por cuarto), si en las viviendas hay sanitarios, como inodoros y si tienen algún hermano de entre 7 y 17 años que no va a la escuela.
Acerca de la relación entre la cantidad de libros en el hogar y el rendimiento, los resultados indicaron que en matemática y en lengua en las casas donde hay menos de diez libros aprobó cinco de cada diez estudiantes, mientras que en las casas donde hay más de 100 volúmenes, acertó siete de cada diez.
La conducta parecería que tampoco tiene que ver con los resultados académicos, ya que desglosado por la prueba el "ambiente escolar" teniendo en cuenta desórdenes, atrasos, escaparse de la clase y otros no evidenciaron grandes diferencias en el rendimiento con los alumnos de buen comportamiento.