Washington. - La capital estadounidense se está preparando para la tormenta. En apenas seis semanas, el 29 y 30 de septiembre, se celebrará en Washington la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), una fecha que lleva mucho tiempo marcada en el calendario de los antiglobalización. La policía calcula que acudirán unos 100.000 manifestantes. Las violentas protestas registradas en junio durante la cumbre de la Unión Europea en la ciudad sueca de Gotemburgo, así como durante la reunión del G-8 en la italiana Génova, han puesto a la policía de Washington en estado de alerta máxima.
Mediante vallas de gran altura y una masiva presencia policial, las fuerzas de seguridad pretenden mantener a raya a los manifestantes y garantizar a las dos poderosas organizaciones financieras una conferencia sin incidentes. Pero los preparativos policiales ya han caldeado el ambiente. Los organizadores de las protestas acusan a la policía de querer provocar pánico y prejuicios.
El alcalde, Anthony Williams, y el jefe de la policía de la ciudad, Charles Ramsey, no ocultan que se están preparando para lo peor. En una carta al presidente de EEUU, George W. Bush, Williams advierte de "manifestaciones de un tamaño e intensidad como nunca se han visto en esta ciudad". Y Ramsey agrega: "Las probabilidades de que logremos salir de ésta sin daños en edificios son posiblemente muy pocas".
La policía demanda un refuerzo de 3.000 agentes y 28 millones de dólares para medidas extra de seguridad. "Ramsey intenta provocar al sensación de que llega a Washington la guerra civil", critica Brian Becker, del Centro Internacional de Acción, uno de los principales organizadores de las protestas. "Es realmente triste que la policía intente hacer crecer la animosidad", opina por su parte Fred Azcarate, de la organización Jobs with Justice (empleos con justicia).
Ecologistas, grupos del Tercer Mundo y sindicalistas quieren manifestarse en Washington contra el FMI y el BM. Acusan a estas instituciones de financiar proyectos a costa de los más pobres y de los que sólo se benefician las multinacionales. Además, demandan la condonación de gran parte de las deudas de los países más pobres.
El año pasado, durante la reunión de primavera del FMI y del Banco Mundial acudieron a Washington 25.000 manifestantes. Unos 1.200 fueron detenidos, aunque no se produjeron incidentes tan violentos como en Génova, donde un manifestante murió de un disparo de un agente. Sin embargo, la policía no quiere correr ningún riesgo. Una valla de tres metros de altura rodeará los edificios de ambas instituciones, para separarlos de los manifestantes.
Los organizadores de las protestas han presentado por ello una querella. "Es un día terriblemente triste si el gobierno encierra a la gente que quiere expresar su opinión", dijo la abogada Mara Verheyden-Hilliard, que representa a varios grupos antiglobalización. "Las autoridades no tienen derecho a declarar grandes partes de Washington como propiedad del FMI y del BM", afirma por su parte Becker.
¿Muro de Berlín?
El diario Washington Times considera exagerada la gran valla y los costos que se derivan de ella. "¿Qué construirán la próxima vez, una especie de Muro de Berlín?", ironiza el rotativo. Tampoco ha encontrado gran aceptación la decisión del FMI y del BM de reducir de siete días a un fin de semana el encuentro por miedo a las protestas. El Washington Post lo califica de "arrodillarse ante la amenaza de violencia de una pequeña banda de activistas". Por contra, los grupos de protesta se alegran. Con esta medida, "reconocen que esto es una revolución", asegura Becker.