Año CXXXIV
 Nº 49.220
Rosario,
domingo  26 de
agosto de 2001
Min 14º
Máx 20º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Una odisea de agua y pobreza se vive en Aarón Castellanos
La localidad sureña se encuentra sitiada por las inundaciones en La Picasa

Silvia Carafa

Aarón Castellanos. - La pequeña localidad del sur santafesino recibió de pleno el impacto de la crisis hídrica de La Picasa que en los últimos años empujó a sus peones rurales a buscar sustento en la pesca de pejerreyes. Hoy, sin infraestructura ni agua potable, sienten que "se les viene la noche" porque son un pueblo pobre con pocos votos. Además, califican con dureza al origen de sus desgracias lacustres.
"No es un fenómeno natural, fue una situación provocada", sostiene su presidente comunal, Eduardo Salleras, que fue categórico al afirmar que nadie los ayudó en nada. Hace dos años que no hay agua potable porque la inundación rompió el acueducto, y tampoco hay medios económicos para repararla ni para costear la energía del bombeo. Pero hay otro pasivo más doloroso, "la gente sobrevive con planes trabajar y hace un año que no llega ninguno".
"Para nosotros es todo muy triste asumir que siendo tan argentinos y santafesinos como los demás, somos tratados peor que de cuarta", insistió Salleras. Además, apuntó que el 90 por ciento del distrito está comprometido por la inundación, con sus previsibles consecuencias de improductividad, desocupación y miseria. Pero con ser grave no es todo, la red vial afectada por el agua agregó incomunicación, desarraigo y deserción escolar.
"Hay crisis habitacional, la gente huye al pueblo", comentó el presidente comunal, pero en la zona urbana no es jardín de rosas, el 80 por ciento de las casas tienen problemas en sus techos, se llueven o son precarios, además, no tienen baños instalados. Las dificultades edilicias no impiden apreciar la verde fronda que las rodea y que es una de las características del pueblo. En el lugar hay también una histórica capilla y una casa de pupilos, mucha gente de la región estudió allí, eran los años dorados.
Hoy los problemas estructurales que enfrentan sus sencillos pobladores remiten a una pregunta que aún no tiene respuesta. ¿"Qué hacemos con el agua que cae sobre Aarón Castellanos, cómo la sacamos si estamos rodeados por una muralla de defensa, y cómo compramos las bombas de desagües?", interrogó el presidente comunal.

Mal presentimiento
El distrito de Aarón Castellanos está ubicado en el curso natural que siguen las aguas en su escurrimiento, por eso su núcleo urbano está rodeado de un alteo defensivo. La mutación de pastos o soja por agua no es algo que pase inadvertido, y la quietud e inmensidad de las zonas anegadas dan un mal presentimiento, las aguas llegaron para quedarse. Por eso insisten y encabezan con dureza los reclamos por obras urgentes que reviertan la situación.
Según Salleras, hoy sólo cuentan con el 30 por ciento de los ingresos que tenían antes de la inundación. Ceros redondos en recaudación por tasa urbana y rural son los índices rotundos de que la pobreza avanza. "Sólo recibimos un 40 por ciento de coparticipación y desde hace un año no llega ninguna Ayuda del Tesoro Nacional (ATN), ni de otro cualquier otro tipo", describió.
Para el presidente comunal de la pintoresca población, ubicada a pocos kilómetros del territorio bonaerense, alguien debería decirle cómo se mantiene un pueblo con cuatro mil pesos mensuales. Pero las penurias no terminan allí, y si bien la gente del lugar agudizó el ingenio para sobrevivir con la pesca del pejerrey, en los dos últimos años su precio se redujo a la mitad y la comuna debió bajar las guías de pesca en la misma proporción para que el insólito recurso de la pesca siga siendo rentable.
"El gobierno de Santa Fe jamás tuvo la lucidez para interpretar lo que estaba pasando, y mucho menos sensibilidad social para dar soluciones", dijo Salleras, y acotó que " por culpa de la estupidez de un puñado de funcionarios se destruyó en lo económico y social a esta región y nadie se hace cargo de los platos rotos".



Donde estaban los carteles, hoy hay dos metros de agua.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados