Año CXXXIV
 Nº 49.220
Rosario,
domingo  26 de
agosto de 2001
Min 14º
Máx 20º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





El elegido de la semana
Por las bateas: El CD debut de Cielo Razzo
El disco "Buenas" descubre a un grupo personal y rico en matices

Carolina Taffoni

Si los discos debut son una carta de presentación, Cielo Razzo puede entrar sin pedir permiso por la puerta mayor con la única condición de mostrar "Buenas", su primer compacto. La banda rosarina que se inició hace siete años logró encontrar 14 canciones que no se parecen entre sí, que no están calcadas de otras, que nunca aburren y que encima se recuerdan por puro placer, sin esfuerzos.
Los Cielo Razzo pueden hacer rock de guitarras sin renegar de las melodías y de los estribillos que sobreviven cuando el track ya pasó de largo. También pueden sonar densos y oscuros, y así y todo no dejan de ser entusiastas y hasta bailables. El grupo no elige un estilo para cada canción. En un mismo tema es capaz de mixturar riffs rockeros con candombe, o rock con algo de tango, o reggae con algo de pop.
Las fórmulas son infinitas y algunos resultados producen eso que pocas veces se alcanza: que la canción tenga vida propia más allá de las influencias y las copias. Cielo Razzo podría asociarse fácilmente con Los Piojos, de hecho la voz de su cantante, Pablo Pino, recuerda muchas veces a la de Andrés Ciro. También podría emparentarse con otras ramas del rock bonaerense, que van desde Divididos hasta la célula madre de Los Redondos. Sin embargo, ningún parecido alcanza a encajar perfecto en el molde, y así Cielo Razzo se dispara con personalidad propia.
Para ejemplo bastan las canciones. El comienzo con "Sin salida" es inmejorable: guitarras que se elevan, un estribillo para revolear remeras y una letra que reza: "Vayas donde vayas/ la lluvia te va a alcanzar/ tenés que hacerte amigo de esta tormenta".
El trabajo de grupo se evidencia en las mezclas. "¿Quien baja la pala?" arranca a ritmo de reggae y se despacha con un pegadizo estribillo popero. En "Carne 2" se diluye un funky con riffs agresivos y un toque de candombe. En ese sentido el pico lo alcanza la deliciosa "Servile", un rockito stone de lo más sutil que se cruza con un tango con bandoneón y todo.
La banda sabe crear climas. Después de las guitarras eléctricas viene una canción mid tempo, "Perros", una historia de la calle y la rutina con música que consuela desde la armónica y la percusión. Pegado está el momento unplugged, "La gran ola", que surfea en bucólicas acústicas. En el mismo tono, pero con aires rioplatenses, se luce "Muñequito", otro relato gris de la calle más oscura.
Cielo Razzo recuerda a Los Piojos en el pulso negro de "Perseguido", cuando se cruza al Uruguay con el elocuente "Tierra y tambores" o en las guitarras de "El silencio del ave", un tema irresistible aun en su complejidad. El grupo también brilla en "Mama", un rockito tan original como rabioso, y en el bailable "Que sé yo", bien adornado con el acordeón de Nahuel Marquet (Degrade).
Al final la banda hace dos concesiones, cuando el disco ya está terminado. "Bébelo" es un tema menor, una especie de burla (o de homenaje deforme) a la música disco. En "Quizás sí" el grupo pretende demostrar su versatilidad, como si no se hubiese notado a lo largo del compacto. También hay una canción escondida, con referencias a John Lennon y Silvio Rodríguez.
"A este juego ya entramos perdiendo", canta el grupo en "Que sé yo", y tal vez tenga razón. Si Rosario no estuviera tan fuera del mapa del rock del país, el disco debut de Cielo Razzo merecería superar su propio techo, el que le impone la ciudad misma.



Ampliar Foto
Notas relacionadas
El nuevo CD de Michael Jackson tendrá que esperar un mes más
Se viene: el quinto álbum de No Doubt
Novedades: "Ceremonia adentro", de Pablo Tozzi
Diario La Capital todos los derechos reservados