Año CXXXIV
 Nº 49.220
Rosario,
domingo  26 de
agosto de 2001
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El bailarín llega a Rosario el sábado próximo con el Ballet Concierto
Iñaki Urlezaga: "La danza sin sentimiento es sólo una gimnasia"
El artista platense aseguró que el ballet tiene que crear en el público la ilusión de que se hace sin esfuerzo

Fernando Toloza

Iñaki Urlezaga no puede ni quiere parar de bailar. Por eso, a su exigente temporada como primer bailarín del Royal Ballet de Londres, le suma cada año las giras por la Argentina, donde actúa junto al Ballet Concierto, un elenco que nació hace cuatro años por iniciativa del propio bailarín. Con 22 bailarines profesionales provenientes del Colón y del Teatro Argentino de La Plata, el Concierto es dirigido por Esmeralda Agoglia y Lilian Giovine. Con este grupo Urlezaga presentará el próximo sábado 1º de septiembre la suite "Don Quijote" en Rosario, en el Auditorio Fundación.
"Seguir creciendo. Hacer cada día una cosa nueva. Eso es lo que mantiene vivo", confiesa Urlezaga sobre el futuro de su carrera, aunque aclara que profesionalmente "ya llegó", y añade: "En términos de carrera podría considerarme satisfecho, pero siempre quiero hacer más porque soy inquieto", dejando en claro que para él la danza es una pasión y no una acumulación de medallas y premios.
-¿Los bailarines de Concierto te toman como una gran estrella, como el tipo que ya llegó?
-Obviamente, al ser el primer bailarín tengo cierta autoridad dentro de la compañía, pero conozco a los bailarines de toda la vida y no me siento la estrella. Algunos fueron compañeros míos del Colón, otros son del Teatro Argentino de La Plata, que es mi ciudad. Otros los formó directamente la directora de la compañía, así que los conozco desde que tenían 8 o 9 años. Es una compañía bárbara, porque además de haber un muy elemento profesional, hay un excelente nivel humano. Entonces, todo se charla y no existe el temor ni la represión por parte de los directivos. Es una compañía totalmente relajada y eso se nota después arriba del escenario. El Ballet Concierto surge por las ganas de trabajar que tenemos todos. Reunirnos es difícil, porque muchos bailarines están en los teatros oficiales, y empezamos a ensayar a la noche, pero es totalmente a voluntad. De esa voluntad que la gente tiene de bailar se forma el clima de trabajo.
-Es una compañía de placer.
-Totalmente, tanto los chicos como yo la pasamos bien por igual. Si bien yo soy la figura de la compañía, porque la formé yo, una vez que estamos trabajando no se siente ninguna diferencia, no es que yo soy el divo y estoy en un rincón separado donde nadie me habla. Somos como una gran familia, especialmente cuando salimos de gira, porque en Buenos Aires por ahí no nos vemos tanto. En la gira compartimos todo.
-Tus giras por la Argentina son cada vez más extensas, ¿sentís que el ballet se está haciendo más popular en el país?
-Es popular, aunque el límite de popularidad te lo marca el estado del país, ya que no toda la gente que quiere puede ir a ver ballet. Creo que el público ha crecido mucho, no tanto en Rosario, porque siempre ha sido una plaza "balletómana" y recibe los mismos espectáculos que se hacen en la Capital. Pero en lugares más alejados de la Capital, como Jujuy y Salta, donde no llegan tantos espectáculos, me imagino que la gente habrá dicho: "¡Qué es esto!". Al ir todos los años en gira, el público se va formando y se hace habitué de la danza.
-Es un trabajo de siembra
-Es como en todo. Hay gente que va y le gusta y entonces vuelve, y también hay gente a la que le parece una porquería y no vuelve nunca más. Eso es inevitable.
-¿Cuál es tu mayor aspiración como bailarín?
-Seguir creciendo. Esa es mi máxima preocupación, no ponerme un techo para no encasillarme. Quiero hacer algo más todos los días. Saber que mañana me espera algo nuevo para hacer es lo que me mantiene vivo.
-¿Cambiar de compañía puede ser un escalón más en la carrera de un bailarín?
-Para serte honesto, y no es por soberbia, estoy en una de las mejores compañías del mundo. Cambiar no me haría estar más alto. Ser bailarín estrella del Royal Ballet es un regalo que la vida me dio. Nunca pensé que el destino me iba a premiar con algo tan grande. Hago cosas porque soy inquieto, no por buscar mejorar mi rango en la danza. Si yo pensase sólo en mi rango en la danza, ya me tendría que dar por satisfecho.
-¿Cómo manejás la relación entre técnica y sentimiento?
-Un bailarín siempre está preocupado por la técnica, por hacer las cosas correctamente. Pero yo creo que la danza debe surgir a través del sentimiento; a partir de la música uno debe empezar a moverse, no desde los pasos sino desde lo que la música te hace sentir. Yo trato de hacer prevalecer lo artístico sobre lo técnico. Me parece que es una forma más profunda de conectarse con la danza, lo otro sería una gimnasia. Trato de humanizar los movimientos, lo difícil que puede ser la danza. Para mí, el público no tiene que darse cuenta de lo complejo que es. El ballet tiene que parecer algo natural y orgánico. Hay que bailar y no sólo moverse en el escenario.
-¿Cuál fue la obra más difícil que tuviste que preparar?
-No sé decirte una obra. Generalmente, las obras con muchas técnica para mí no son las más difíciles de preparar sino que son las que menos me enganchan. Entonces, al final del día me cuesta más bailarlas, porque no me movilizan tanto. En cambio las que tienen una gran historia, una gran trama, eso me pone inmediatamente dentro del ballet, lo bailás a través del personaje. En cambio en las más técnicas, sabés que tenés que subir al escenario y empezar a saltar y a moverte. Eso no me da tanto placer, pero lo hago como todo el mundo.
-Al estar perfilado como clásico, ¿te gusta lo contemporáneo?
-Sí, me gusta. Le tengo respeto, bailo cosas neoclásicas, y bailo un poco y un poco, pero no me gustaría perder mi esencia de bailarín clásico, aunque con el tiempo creo que se va evolucionando y comenzás a hacer más contemporáneo que clásico.
-¿Son las mismas las exigencias o es más sencillo lo contemporáneo?
-No, no son las mismas y tampoco se trata de que lo clásico sea más sencillo. A un bailarín clásico le cuesta mucho bailar contemporáneo porque está muy estructurado y no se mueve tan libremente. Una vez que uno aprende contemporáneo si es más fácil, pero la proyección de lo clásico a lo contemporáneo es difícil, porque es otra técnica, otra manera de moverse, otra forma de bailar, y tenés que empezar desde cero. A larga, la gente del ballet en general da el salto.
-Hablando de la adolescencia dijiste que por la carrera te habías perdido los amigos de la secundaria. ¿Hoy sentís que te estás perdiendo algo por la profesión?
-Perdiendo, no tanto. Desgraciadamente, uno opta en la vida. Yo no fui al secundario, así que a esa gente no llegué ni siquiera a conocerla, y por eso lo decía. Si perdiera algo me estará reprochando algo. Pero nunca me reprocharía nada, porque el ballet es una decisión que yo tomé, y con la cual estoy conforme. Hacer danza a primer nivel y tener una vida plenamente activa fuera del teatro es una utopía, no son cosas compatibilizables. Cuando te dedicás tanto. Los verdaderos amigos se quedan, porque saben que tu vida es así y te aceptan sin condiciones. Pero es una realidad que a lo largo de los años fue perdiendo gente.
-¿Cómo es hoy tu relación con Julio Bocca y cómo fue bailar con él?
-Es muy buena, pero más que nada es de respeto y de admiración profesional. La gente por ahí tiene la fantasía de que somos amigos, pero no nos vemos casi nunca, sólo cuando tenemos que trabajar y yo le agradezco enormemente la invitación que me hizo para bailar con él y Eleonora Cassano en Luna Park. Por ahí algunos piensan que nos llamamos todos los días o que somos íntimos, pero no somos excelentes compañeros de trabajo y yo lo respeto y lo admiro muchísimo como artista.
-¿Qué es lo más atractivo de la suite "Don Quijote" que vas a presentar en Rosario?
-Es un espectáculo muy cálido. Tiene algo que al público le encanta ver, sobre todo el primer acto: hay mucha mímica y danza, es muy brillante, con decorados y trajes. Es algo para disfrutar por todos los personajes. El tercer acto es al gran pas de deux, para el lucimiento de los dos artistas. A la gente le gusta mucho la obra porque tiene tanto ballet como teatro y no es algo neutro.
-¿Qué querés transmitir cuando bailás?
-Mi deseo es tener la capacidad de hacer que la gente disfrute en el teatro y se olvide durante dos horas de los problemas que tuvo afuera, en la vida de todos los días. Si la gente deja volar su imaginación, mi tarea está cumplida. La misión del artista es hacer que la gente se libere y por eso la cultura prevalece ante las guerras, las miserias y los desastres económicos. Para eso es para lo que voy a Rosario.



Urlezaga es primera figura del Royal Ballet de Londres.
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