Año CXXXIV
 Nº 49.219
Rosario,
sábado  25 de
agosto de 2001
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cartas
Otra más de los patovicas

El 18 de agosto pasado ocurrió un hecho en las instalaciones de la discoteca ubicada en Corriente al 400 que no por repetido deja de sorprenderme por la impunidad con la que se manejan algunos sujetos. En dicha ocasión siendo aproximadamente las 4.15 de la madrugada, mi hijo de 23 años estaba junto a sus compañeros del segundo año del Instituto Superior de Educación Física, dispuesto a cerrar la caja de la barra, que en esa oportunidad dicha confitería le había asignado a ese grupo de estudiantes a efectos de recaudar fondos. En dicha ocasión, se acerca una de las personas responsables de la "seguridad" del local (patovica) y le pide a mi hijo que se retire del boliche porque ya es hora del cierre. El muchacho (que vale aclarar que no estaba alcoholizado ni tiene antecedentes) le manifiesta que en unos minutos finaliza el cierre de caja con sus compañeros y se retiran. Cuando se dirige hacia la barra para culminar con la tarea mencionada, dicho individuo comenzó a tironearlo de la ropa y le dio un empellón que por poco lo hace caer escaleras abajo. Mientras mi hijo le pedía que se calmara, el patovica lo tomó del cuello cortándole la respiración por unos instantes hasta que logró liberarse. En ese momento aparece un segundo individuo, también de seguridad, que intenta tranquilizar al compañero exaltado, pero inmediatamente un tercer patovica le lanza a mi hijo una tremenda patada a la mandíbula lastimándole el labio. Todo esto en medio de empellones y amenazas. Ya fuera del local, si algunas personas no sujetan al desconocido patovica creo que hoy estaríamos en presencia de una desgracia mayúscula. Mientras tanto, los policías que se encontraban custodiando la salida en lugar de poner orden increparon y castigaron a mi hijo. Pregunta: ¿Hasta cuando vamos a seguir tolerando la impunidad de estos delincuentes disfrazados de "personal de seguridad" amparados por los propietarios de boliches y por la indiferencia policial? La policía, ¿a quién protege?
Mario Daniel Trifiró


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