Leonardo Stringaro
Mientras la incertidumbre y el riesgo país detenían la capacidad de pensar de la mayoría de los argentinos, en Mar del Plata científicos y empresarios (argentinos) anunciaban la creación de "plantas que curan", destacando las alfalfas transgénicas que expresan la proteína VP1 del virus de la fiebre aftosa y prometen terminar con el flagelo de la ganadería. A diferencia de lo que pasaba afuera, en el interior del 9º Congreso Nacional de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) se reflexionaba sobre una Argentina productiva, innovadora y creciente. Y aunque suene a utopía, el entorno demostraba que no es tan difícil encontrar el campo de la innovación por medio de las oportunidades. Tal como lo planteó el profesor de la Universidad de Montpellier, Francesco di Castri, las posibilidades de Argentina dependen de la creatividad y voluntad que se empleen para sortear situaciones adversas. Y aunque parezca extraño, remarcó que es más fácil -en estos tiempos- pasar de ser perdedor a ganador en un corto lapso, debido a la rapidez con que se presentan los nuevos negocios frente a quienes están atentos a captar desafíos, adaptándose al cambio. Con más de 700 trabajos de investigación sobre los escenarios alternativos de la agricultura, la información y el espacio rural, este científico director del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, dejó planteado el interrogante sobre hacia dónde va la agricultura del mundo. Para dar respuesta, se detuvo a relacionar los avances en la disponibilidad y el uso de la información en el campo. "Estamos al alba de una sociedad de la información, donde las herramientas que se ponen a disposición de los productores son elementos muy poderosos, capaces de marcar caminos alternativos para explorar nuevos negocios", dijo. Un juego de palabras para repetir que es necesaria una apertura al mundo, enfrentando cambios imprevisibles y reconociendo las diferencias culturales, para alcanzar una diversificación e innovación tecnológica asociada con el marketing. Di Castri dio pie para empezar a pensar de otra manera, habló de una Argentina que particularmente él, a diferencia de los que la conocen por el fútbol, Maradona o el tango; respeta por sus evidentes fortalezas de identidad cultural y la iniciativa e inteligencia que tiene su pueblo. Destacó como única en el planeta la cultura urbana y el folklore de los campos argentinos, y dijo estar admirado porque en su recorrida por distintos continentes no faltan científicos y profesionales argentinos que se distinguen por el éxito y valor agregado que le dan a las naciones donde trabajan. Nadie quería dejar de escucharlo. Su análisis hablaba de una imagen fuerte y positiva, y comienza a mostrarle al mundo que finalmente muchos han decidido no esperar todo del Estado, demostrando una enorme posibilidad de autoorganizarse. Individuos, grupos y asociaciones como Aapresid, muestran que hay una alternativa paralela basada en el profesionalismo, la gran creatividad y valentía. Y al mismo tiempo, dejan en claro que esta posibilidad de organizarse por sí mismos no va en contraposición del Estado, sino que intenta ayudarlo a encontrar su propio destino y su nueva función en un período crítico y de transición en el que entran a jugar los nuevos patrones de la sociedad de la información. La biotecnología y el agro, como nuevos generadores de una industria de exportación que puede hacer cambiar al país. La capacidad de los investigadores, la ventaja en la adopción y el desarrollo de OGM, ya que los próximos años, los alimentos transgénicos llegarán a ser aceptados sin rechazos en todos los países del mundo. La necesidad inminente del desarrollo del turismo y el agroturismo, ejemplo de generación de divisas en las naciones más desarrolladas del mundo. El ingenio de vender por medio del marketing una Argentina con una cultura de alimentos que aún no se diferencia como marca. Lo que mostró el 9º Congreso Nacional de Siembra Directa no sólo pasó por los últimos adelantos agronómicos para aplicar por el sector agropecuario, sino que dio la señal de largada para poner a jugar a la agricultura Argentina junto al mundo. Se dice que para el campo la economía va a pasar por la biotecnología y la información genética a través de sus mil puertas que se vinculan con la información digital, la información relacional entre individuos y las nuevas interacciones creadas por el comercio internacional. La transformación agropecuaria promete para Argentina potenciar exportaciones que hoy alcanzan el 95 % de la soja y el 70 % del maíz, pero con la formación de nuevas empresas o emprendedores talentosos que se decidan a exportar biocombustibles, alimentos elaborados, carnes, platos preparados y principalmente su talento. La imagen que queda es la de mil personas que piensan, como señaló el presidente de Aapresid, que los empresarios agropecuarios buscan llegar a la Fórmula 1 mientras el gobierno sigue manejándose en un Ford T. Sólo la creatividad tan imaginativa de la gente puede sentar su desarrollo en algo más original, sólido, innovador, específico y competitivo que la simple explotación de los recursos naturales. Ojalá pronto sean muchos los que estemos dispuesto a este cambio.
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