Año CXXXIV
 Nº 49.218
Rosario,
viernes  24 de
agosto de 2001
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Una jueza dio la quiebra de los restos del Tigre
El dueño de los súper, Francisco Regunaschi, había hecho el pedido. Quedan más de 200 empleados sin trabajo

La jueza civil y comercial de la 14ª nominación, María de los Angeles Lotti, aceptó ayer el pedido de quiebra de Hipermercado Tigre SA, que el martes último había sido solicitado por el dueño de la empresa, Francisco Regunaschi. Según lo determinado por la magistrada, Regunaschi deberá entregar hoy a la sindicatura que interviene en el concurso preventivo de acreedores originado en diciembre de 1998 toda la documentación relacionada con la actividad comercial de la extinguida cadena.
Entre los puntos sobresalientes de la resolución emitida ayer por la jueza se destacan: la prohibición de que la compañía haga pagos ya que los mismos "serán ineficaces"; intimar a la firma para que "entregue al síndico" todos los bienes de la empresa; fijar como fecha octubre para que los acreedores posteriores a la presentación manifiesten su situación de deuda; fijar para noviembre de 2001 la fecha en que se deberán entregar los informes a la sindicatura de la situación individual del empresario Regunaschi y para el 8 de febrero de 2002, la fecha para la entrega de un informe general. Además, se exige la "inmediata realización de los bienes" que forman parte del activo de los Tigre, con los que se deberán afrontar las deudas con los acreedores, entre ellos unos 200 empleados a los que les adeudan sueldos, aguinaldo y las indemnizaciones.
La quiebra de la que fuera una de las cadenas de supermercados más pujante de Rosario y su zona de influencia llegó después de un largo proceso que se inició el 28 de diciembre de 1998 cuando Regunaschi, sorpresivamente, presentó en los Tribunales locales el concurso preventivo de su empresa, declarando un pasivo de 27 millones de dólares.
Desde entonces, el personal se redujo en alrededor de 250 empleados (la compañía llegó a tener unos 800 en sus mejores épocas) y se acumularon las deudas con los que continuaron prestando servicios. Muchos fueron "trasladados" a las empresas adquiridas por nuevos dueños, como el caso de Azul que compró el Tigre de Rondeau y Washington, o la cadena Dar que alquila el local de Rioja y Presidente Roca.
Otros Tigre cerraron sus puertas ante la falta de productos y porque en algunos casos por las deudas mantenidas con empresas de servicios escenciales los locales se quedaron sin agua, luz o gas. Actualmente quedaban sólo tres bocas de expendio en funcionamiento.
El largo peregrinar de los empleados del Tigre que en numerosas oportunidades encabezaron marchas, volanteadas y diversas protestas, tuvo su punto cúlmine el pasado 31 de julio (primer gran piquete nacional) cuando ante la debacle que se avecinaba decidieron tomar pacíficamente el local de Mitre y Tucumán. Muchos de los trabajadores permanecen desde entonces haciendo ollas populares y manifestando todos los días el reclamo por las deudas y la conservación de los puestos de trabajo.
Ante la noticia de que la quiebra se hizo efectiva, unos 50 empleados propusieron manejar el local de Tucumán para reactivarlo y así no quedarse en la calle.
La empresa afrontó durante el concurso trece pedidos de quiebra de terceros, en tanto, a fines del año pasado alentó la posibilidad de una salida del concurso a raíz de haber logrado un preacuerdo con buena parte de los acreedores. Lo curioso es que ese acuerdo fue homologado el pasado 7 de agosto, catorce días antes de que Regunaschi pida su propia quiebra.

Una denuncia penal
Cabe destacar que, paralelamente, en el juzgado de Instrucción número 11 se está tramitando una causa penal por presunta insolvencia fraudulenta de Regunaschi, que fue presentada por un grupo de trabajadores que pidieron se investigue un posible mal manejo de la compañía por parte del empresario y el hecho de que habría realizado "cruces" entre el dinero de su empresa y sus bienes personales en forma indebida.
El propio Regunaschi aseguró en varias oportunidades que su intención era salir del concurso, y hay colegas que aseguran que intentó por todos los medios que así fuera -los empleados no adhieren a esta versión-. Lo cierto es que más allá del objetivo que se haya planteado, la crisis que soporta el país y que agudizó en los últimos dos años se encargó de darle el tiro final a la compañía.


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