 |  | Editorial La última oportunidad
 | El Fondo Monetario Internacional, del cual Argentina es miembro, anunció un salvataje financiero para nuestro país del orden de los ocho mil millones de dólares. Parte de esos fondos serán utilizados para fortalecer las reservas monetarias del Banco Central y el resto para garantizar el cumplimiento de la deuda pública. El otorgamiento del préstamo, que demandó casi dos semanas de negociaciones, trajo un poco de alivio a la muy complicada situación económica nacional, caracterizada por la desconfianza de los tenedores de bonos argentinos en el país y en el exterior, el derrumbe de las acciones y el retiro de depósitos de los bancos locales. Pero la llegada del dinero, acordada para los primeros días del mes próximo, no traerá una solución definitiva a la crisis si no va acompañada de medidas de fondo que tiendan a equilibrar las cuentas públicas. Un país que se endeuda para gastar mal e inequitativamente durante años no es viable a largo plazo. Y eso fue lo que le pasó, en parte, a la Argentina. Financió durante mucho tiempo su creciente déficit con préstamos tomados a tasas muy altas que, con el tiempo, se tornaron impagables. La Argentina tiene hoy una nueva oportunidad de recuperarse como Nación si, de una vez por todas, sus gobernantes tienen el coraje necesario para encarar las reformas imprescindibles. El alto costo de la política, los privilegios de algunas jubilaciones, el amiguismo y mal reparto de la riqueza nacional, el gasto innecesario y, sobre todo, la evasión fiscal, son algunos de las tantos males argentinos que el gobierno tiene que erradicar si quiere sacar al país de la bancarrota y el caos económico. No van más en este país los discursos vacíos de contenidos. El gobierno tiene que ajustar sus cuentas para que vuelva el crédito a tasas razonables para la actividad privada, generadora de empleo y riqueza. Un Estado en movimiento y un sector privado productivo y exportador es la única salida. No hay otra dentro de la economía global del siglo XXI. La Argentina afronta por estos días una encrucijada que marcará la vida de las futuras generaciones: o se decide a encarar con firmeza la resolución de sus problemas o se encamina al deterioro crónico y progresivo que sólo traerá más miseria para su ya sufrido pueblo.
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