Año CXXXIV
 Nº 49.216
Rosario,
miércoles  22 de
agosto de 2001
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Los rusos temen que la sucesora de la KGB retome prácticas represivas
La heredera de la agencia de inteligencia quiere investigar a los ciudadanos en base a acusaciones anónimas

Moscú. - La KGB ya no existe e incluso la estatua de su fundador, Félix Dzerzhinsky, fue derribada en los días de la caída del régimen comunista. Sin embargo, muchos rusos temen que el organismo sucesor de la temida policía secreta esté volviendo a las prácticas represivas de antaño. La monolítica KGB fue dividida en varias agencias pero su principal sucesora, la FSB (Servicio Federal de Seguridad), conserva un poder sustancial en el país. "En cierto modo, los servicios especiales tienen ahora más influencia de la que gozaron en la Unión Soviética", dijo Konstantin Preobrazhensky, otrora agente de la KGB, quien es actualmente un duro crítico de sus sucesores.
El actual presidente Vladimir Putin trabajó para la KGB y dirigió alguna vez la FSB. A diferencia de lo ocurrido en Alemania Oriental y Rumania, donde ciudadanos enfurecidos ocuparon las oficinas de la policía secreta tras el derrumbe comunista, las multitudes en Rusia no invadieron el gran edificio donde incontables víctimas habían sido interrogadas, encarceladas y ejecutadas.
El ex presidente Boris Yeltsin ordenó más tarde que la KGB fuera desmantelada, con la esperanza de mostrar que habían concluido las décadas en las que la policía secreta hurgaba en casi cualquier aspecto de la vida. Pero las agencias, especialmente la FSB, permanecieron intactas e incluso adquirieron mayores poderes.
Este año, el director de la FSB, Nikolai Patrushev, declaró que la agencia restauraría la política de investigar a gente con base en acusaciones anónimas, una práctica prohibida en 1998 por Mijaíl Gorbachov, el último líder soviético. La política reavivó recuerdos del dictador Josef Stalin, cuando esas delaciones eran el modo preferido de eliminar a un adversario.
Millones de personas fueron encarceladas por crímenes que nunca cometieron, luego que sus vecinos, compañeros de trabajo o incluso familiares los denunciaron ante la KGB. También este año, la FSB se hizo cargo formalmente de la guerra en Chechenia. "Pienso que el hecho de que la FSB esté coordinando las cosas (en Chechenia) significa que ellos pueden evitar la cobertura periodística, tener mucho más control del que tendrían los militares rusos", aseguró Amy Knight, de la Universidad de Carleton, autora del libro "Spies Without Cloaks", sobre los servicios secretos postsoviéticos.
La FSB también ha recibido autoridad para espiar a través de la Internet, vinculando sus oficinas con los proveedores de conexión, una iniciativa que ha preocupado a los activistas de derechos humanos y a los empresarios occidentales que planean entrar al mercado ruso, potencialmente lucrativo.


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