| | Editorial Secuelas de la basura
| El reclamo de los vecinos de Puente Gallego y Tío Rolo por las consecuencias de la basura que descargan los camiones en los rellenos sanitarios ubicados en las cercanías se percibe en principio como atendible. La imagen de esos niños del lugar con sus barbijos blancos y pancartas expresando "no quiero más basura en mi barrio", es demasiado elocuente y poco se puede responder desde el ámbito oficial si no es con soluciones concretas a corto plazo. No se trata de un problema de reciente data, hace ya más de dos años que los pobladores de Ovidio Lagos al 7500 vienen planteando su malestar por todo lo que acarrean esos rellenos sanitarios: desde posibles enfermedades alérgicas, respiratorias o en la piel; pasando por la intolerable convivencia diaria con olores nauseabundos, moscas y ratas; hasta la persistente devaluación de sus viviendas, debido a los condiciones de la zona. Frente a la magnitud de la protesta del lunes, el Ejecutivo municipal salió a anunciar su disposición a invertir unos 300 mil pesos para construir otro acceso de los camiones recolectores, entendiendo que el problema radica en la circulación de los mismos por el barrio. Y que una solución definitiva llegará cuando se plasme el proyecto regional de disposición final de residuos para el Gran Rosario. Pero por ahora, esto está en trámite, sujeto a créditos que pueda otorgar el BID. Los vecinos en cambio, en la voz del cura párroco, plantean que el eje del problema está en los rellenos sanitarios, adonde se depositan todos los días 90 toneladas de residuos. Y además, recuerdan que existe una disposición del Concejo y una medida cautelar de la Justicia, al respecto. Pero la Municipalidad ha dicho que no se negocia inutilizar el relleno a corto plazo porque no existe otra alternativa. Frente a tal rigidez de posiciones, no se puede aventurar que el conflicto termine en buen puerto. Y es probable que los cortes en la calle impidiendo que lleguen los camiones se vuelvan una constante. La coyuntura por la que atraviesan la ciudad y el país requiere de otra disposición, tanto de los funcionarios como de los referentes sociales. Se trata de ejercitar un diálogo sensato, con la mayor cuota de racionalidad y sentido común, para poder encontrar una salida que conforme a las partes, aunque sólo se trate de algo parcial y temporal. Lo ideal, como dicen con nostalgia los vecinos, sería recuperar el bucólico paisaje donde el verde y el aire puro permitía una mejor calidad de vida.
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