Marcela Isaías
Aymee Rivera Pérez es vicedecana de la Facultad de Humanidades de la Universidad Pinar del Río, de Cuba. Visita Rosario invitada por la Asociación de Educadores de Latinoamérica y el Caribe (Aelac), para dictar cursos sobre "Los chicos y la literatura". Precisamente, la literatura infantil es una de sus especialidades ya que también es investigadora y docente en este área. "Para enseñar buena literatura en la escuela hay que atender a lo que al niño le interesa, pero también a lo que necesita", dice categórica para luego agregar que en esa necesidad está conocer la literatura nacional, clásica y universal. "Más allá de mi condición de mujer negra, caribeña y cubana, me encanta la poesía francesa", afirma al momento de definir sus gustos lectores. Con el mismo énfasis defiende a los poetas cubanos y a la narrativa latinaomericana de García Márquez. En tanto, que si de hablar de literatura infantil se trata, elige a las escritoras argentinas Laura Devetach y María Elena Walsh, de quienes recuerda que sus obras forman parte de los libros de texto de la escuela primaria en Cuba. Aymee Rivera Pérez también es coautora del libro "Jugar para comprender, comprender para jugar", referido a la comprensión textual en contextos infantiles. Justamente, en el marco de las actividades previstas por la Escuela Nº67 Juan Pestalozzi de Rosario, la pedagoga trabajó con los chicos de esa institución sobre la obra de José Martí. Además, el viernes y el sábado dictará un taller para docentes de nivel inicial, EGB y bibliotecarias sobre "Los chicos y la literatura-Estrategias didácticas". Esta actividad cuenta con el auspicio de Amsafé y la Dirección de Educación Municipal. -¿Cómo se enseña literatura en Cuba? -En la escuela primaria la literatura es pretexto. Es decir, el texto es para enseñar lengua. Ponemos mucha fuerza en la enseñanza y el aprendizaje del lenguaje, y de la estructura de la lengua, sobre todo rescatando su función comunicativa. Es allí donde hacemos hincapié. -La educadora argentina Olga Cossettini afirmaba que primero había que rescatar lo oral del niño, para que luego pueda vivenciar el texto. ¿Comparte esa visión? -Claro. Las actividades de lectura en Cuba las comenzamos con lo que llamamos una conversación inicial, a manera de motivación. Apuntamos a valorizar los conocimientos previos del chico, todo su potencial, a saber qué sabe para luego enseñar. Trabajamos con la palabra desde lo lexical y gramatical, para que pueda incorporar aquellas con las que tiene más dificultad, a su léxico cotidiano; lo hacemos apoyados con la música, con láminas, entre otros recursos. -¿Qué lugar ocupa el libro de lectura en esta enseñanza? -Usamos hasta el 6º año de la primaria un libro de lectura y un libro de español. Este último es una especie de cuaderno de trabajo, mientras que el primero es un compendio de lecturas en el que se refuerza lo nacional y lo universal. Así el niño puede encontrarse con un cuento clásico, tradicional o folclórico de autores como Charles Perrault o Hans C. Andersen, hasta una cubanísima Dora Alonso o Nicolás Guillén. Sin embargo, debo advertir que contar con los libros gratis para todos los niños implica mucho esfuerzo para el Estado, pero como para Cuba la educación es una prioridad el esfuerzo se realiza. -También los gobernantes argentinos dicen que la educación es prioridad, es más lo mismo afirmó Bush cuando asumió la presidencia. ¿Qué diferencia a Cuba del resto de los países? -La diferencia es que en Cuba es real, un hecho y es palpable que la educación es prioridad. Ahora mismo cada escuelita de mi país, por remota que esté, cuenta con una computadora y un televisor. Mis alumnos de la facultad durantes sus pasantías, lloraban al ver a los niños de escuelas de la montaña y rurales cuando vieron por primera vez un televisor y una computadora, porque aún allí donde no hay luz se las hace funcionar con energía solar. Son 42 años de revolución, pero todavía no habíamos podido llegar a todos los niños con computadoras y televisores. Y cuando hablo de escuelas rurales me refiero también a aquellas que sólo tienen uno o dos alumnos. -¿Qué condiciones debería reunir la promoción de una buena literatura en la escuela? -Primero de todo hay que conocer al niño, conocer las particularidades de su edad, sus intereses. Es decir, qué quiere y también qué necesita, porque puede querer tiras cómicas y mucho Pato Donald, algo que no está mal, pero también necesita conocer sobre su país, quién es él, hacia dónde va, su historia, conocimientos, sabiduría. Luego, pienso que hace falta un buen maestro para promocionar la lectura, un maestro que sea capaz de motivar, de enamorar al niño con el libro. También, y no me canso de decirlo, en esto tiene mucho que ver la familia, padres que se preocupen y ocupen de fomentar un buen lector desde la casa. El niño puede, además de la televisión, de vez en cuando, escuchar a mamá y a papá leyendo. Y por supuesto, acercarle al niño una buena literatura, a base de lo clásico, lo tradicional, lo nacional y también lo que lo divierte.
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