Todo sistema de salud debe incluir estrategias preventivas, curativas y paliativas. Estos son una parte fundamental de la práctica clínica y constituyen un universo paralelo a las terapias dirigidas a la cura o a la prolongación de la vida. La necesidad del cuidado especializado puede surgir en cualquier momento de la enfermedad. La brecha entre lo que se puede hacer y lo que se hace para tratar el dolor por cáncer puede estrecharse educando y entrenando a los profesionales, y favoreciendo el acceso a los pacientes a los centros donde se brinda el tratamiento. En los países en vías de desarrollo, gran parte de esta brecha está determinada por la falta de disponibilidad y accesibilidad a las drogas, especialmente opioides. En los países desarrollados, en tanto, más de la mitad de los enfermos no reciben tratamiento adecuado. Esto se debe a la falta de conocimiento de los profesionales de la salud acerca de las estrategias existentes para el tratamiento del dolor y a leyes restrictivas acerca del uso de ciertas drogas como morfina y metadona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene al respecto que la morfina y uno o más de otros opioides para el tratamiento del dolor, así como otras drogas para el control de los síntomas del cáncer avanzado, deben estar disponibles en la cantidad adecuada, cuando el paciente los necesite.
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