| | Editorial Recuperar la confianza
| Se camina por horas verdaderamente difíciles. No pocos piensan que el país nunca vivió una crisis de esta magnitud, tanto por su extensión en el tiempo como por las capas sociales afectadas. Acompañando a la sostenida recesión económica, se revelan día a día ilícitos del pasado en distintos niveles de la administración del Estado, negociados y beneficios a empresarios, evasión de las responsabilidades tributarias bajo sofisticadas formas, y un gasto político que no se rinde pese a la arbitrariedad y a la urgencia por cubrir otras necesidades sociales. La pérdida de confianza en la economía continúa en franco descenso y pocos creen que la situación pueda revertirse a mediano plazo, según estudios realizados. Sin embargo, no se puede ver todo esto como el único rostro de los argentinos. O en todo caso, si este fuese el reflejo lacerante que devuelve la realidad, sirve inexorablemente para que la ciudadanía pueda reconocerse en su verdadera estatura y, en consecuencia, para asumir cabalmente sus carencias materiales y morales. Pero existen, paralelamente, otras imágenes del país que merecen destacarse, que se apoya en los mejores valores de su historia y sobre las que hay que aferrarse para que la desesperanza y el caos no ganen la batalla. Nos referimos concretamente a aquellos representantes del pueblo que no eluden las responsabilidades del momento y que trabajan afanosamente, de modo creador, para encontrar una salida a la emergencia con el menor costo social posible. A quienes saben sostener sus principios frente a los golpes bajos, prebendas o propuestas de manejo discriminatorio y con objetivos políticos de los fondos del Estado. Porque verdaderamente en esa defensa está el germen para construir la red de confianza que se requiere para empezar a crecer, tanto en lo espitual como en el desarrollo material. De la ciudad a la región y de la región a todo el territorio. Y se señala esto porque no son casuales las demoras y reticencias desde el exterior para otorgarle apoyo concreto a nuestro país. Existe preocupación que debe ser valorada por Argentina. Se mostraron en la reciente reunión del Grupo Río, realizada en Santiago de Chile, gestos de solidaridad que no se pueden soslayar. Lo manifestó el propio presidente George W Bush en diálogo con Ricardo Lagos. Y posteriormente el Grupo de los Siete (G-7) a través de un comunicado. No obstante, la desconfianza acerca de que nuestro país cumpla con los compromisos a contraer prolonga una situación por momentos dramática. Por lo tanto, los gobernantes tienen hoy el deber, tan esencial como urgente, de recuperar la credibilidad interna y externa de nuestras instituciones.
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