Luego de exhibir una gran técnica en el juego y destacada contundencia en el goleo, Argentina concluyó el segundo cuarto con una ventaja de 20 tantos, dejando entrever que el resultado final era previsible, pero los errores nacidos desde el banco por los inexplicables y consecutivos cambios que determinó Rubén Magnano equilibraron no sólo el trámite sino también el marcador, ya que Brasil alcanzó la igualdad en los dos últimos segundos. A tal punto que el tiempo reglamentario concluyó con una igualdad en 94. Y de ahí en más todo se definió en un angustiante suplementario, en el que el conjunto albiceleste resolvió con más garras que táctica al imponerse por 108 a 98. Los arrestos individuales de Emanuel Ginóbili fueron determinantes en la victoria albiceleste, como así la actitud Daniel Farabello, pero sin dudas que el sufrimiento del final debe dejar una enseñanza ejemplar. En Argentina no hubo un hombre que pudiera controlar a Marcelinho (34 puntos). Este jugador bien acompañado por Demetrius (convirtió el triple que llevó a suplementario) fueron fundamentales en la levantada del equipo brasileño. Pero en el alargue, fue nuevamente Argentina la que pasó a tener el control de las acciones de un partido que se hizo friccionado (algo muy común en enfrentamientos entre estos rivales) y así fue como la selección nacional logró su cuarto triunfo consecutivo ante este adversario (dos en el Sudamericano de Valdivia y uno en el Super 4 de la Capital Federal). Esta noche (a las 22, televisado por ESPN) será el turno de Islas Vírgenes, un rival aparentemente accecible, para continuar con esta marcha rumbo a la clasificación para el Mundial del año próximo en Indianápolis.
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