Año CXXXIV
 Nº 49.215
Rosario,
martes  21 de
agosto de 2001
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Tan riesgosa como lograda
La ópera "Dido y Eneas" se presentó a sala llena en el teatro Pau Casals

U. G. Mauro

"No hay espacio porque estamos en esta Argentina de hoy y no hay dinero". Así puede resumirse el duro alegato con el que el director coral Mario Zeppa explicó los inconvenientes que se suscitaron ante la gran cantidad de público que se convocó en la sala Pau Casals del Centre Catalá para asistir a las dos funciones que se ofrecieron el domingo de la ópera "Dido y Eneas", de Henry Purcell, en una lograda puesta en escena de Sergio Pelacani con la dirección musical de Zeppa.
Efectivamente, el teatro de la calle Entre Ríos resultó pequeño no sólo para un público que obligó a improvisar ubicaciones a último momento, sino también para los artistas que, en función de la puesta pensada por Pelacani, debían desplazarse por los pasillos de la sala con sus complejos vestuarios hacia un escenario que tampoco era el más adecuado para ocho protagonistas principales y 26 integrantes del coro Pablo Casals.
Los once miembros de la Orquesta Barroca del Rosario apoyaron musicalemente la iniciativa, tan riesgosa como lograda, de poner en escena esta ópera en tres actos del autor inglés.
"Dido y Eneas" nació como una mascarada, y en cierto modo continuó manteniendo ese sentido primario que se percibe en el clima que crean las brujas y el coro, pero es en realidad un drama, notablemente encarnado en las voces de Adriana Sansone como la trágica reina de Cartago y el barítono Alejandro Meerapfel en el rol de Eneas, respectivamente.
Otra desempeño notable fue el de Sergio Pelacani, impecable tanto en el manejo de su voz como en su histrionismo, al caracterizarse como una ambigua hechicera misteriosa y omnipotente.
En otros roles se destacan Marcela Centenaro como Belinda, y el público, que de manera uniforme saludó de pie el final de la obra, aplaudió con intensidad las labores de Valeria Toledo y Patricia Mastrángelo en los personajes de las brujas.
Cuando Henry Purcell compuso "Dido y Eneas", pensó en una puesta participativa, acorde a los postulados del teatro de fines del 1600. Esta ópera rescatada casi del olvido a principios del siglo XX, fue pensada como obra pequeña, de cámara, por lo que no requería ni de voces potentes ni del despliegue que le proveyó la creatividad de Pelacani.
Otros méritos de esta iniciativa residió precisamente en haber logrado que esa característica se mantuviera pese a lo inadecuado del marco en que debió desarrollarse y que la conjugación de voces e instrumentos aportada por Zeppa al frente de la orquesta y el coro creara con su llaneza el clima simple que requería la sencillez de esta historia de una muerte por amor.
Los entendidos en cuestiones de lírica destacaron el cuidado puesto por los artistas en respetar la esencia de esta obra de Purcell, tanto en lo musical como en lo escénico, mientras los neófitos, mayoría en un público integrado en inusual medida por adolescentes, jóvenes y hasta niños, aplaudieron una obra que fue presentada como un relato fluido y atractivo además por el gran despliegue de producción expresado en los vestuarios, creación también de Sergio Pelacani.
"Dido y Eneas", en la versión que plasman Sergio Pelacani y Mario Zeppa, es definitivamente un emprendimiento exitoso en razón de su calidad manifiesta, y es por eso mismo que debería merecer la atención de quienes corresponda para que las limitaciones que tanto el poder del dinero como la indiferencia ante la cultura le imponen a los artistas.



Sansone y Centenaro se destacaron en la puesta.
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