| | cartas Amigo entrañable
| Un 29 de septiembre mi brazo emanaba un rojo pedido de auxilio. Mis dedos corrían riesgo de fugarse de mi mano, cuando encontraron al doctor Néstor Ikeda. El hombre que inundado de paciencia me acompañó cuatro veces al quirófano. El amigo que de igual modo hablaba de su especialidad (traumatología) o de su moto. El profesional enamorado de la medicina. El chico que jugaba a ser famoso autografiando en japonés el yeso de cada paciente. El artesano de los ceniceros de yeso. La persona humilde y sencilla que dejaba iluminar sus ojitos cada vez que recibía. El loco bueno que disfrutaba su moto acompañado por Akira, su perro. Hoy, el dolor de aquellos quienes tuvimos la fortuna de conocerlo (e inevitablemente quererlo). Hace un mes subiste a la moto del destino para viajar otra ruta. Esta vez no te diré: ¡Cuidáte, usá el casco! Sólo será un infinito ¡gracias por darme tanto! Tu paciente. Romina Miloni
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