| | Opinión: "El regreso del gaucho matrero"
| Silvio M. Valli
El sábado pasado la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía Argentinas (Aptra) entregó los sospechados Martín Fierro a los programas de televisión y radio del interior. Lo hizo en flagrante discriminación ya que existen, según la "Asociación de Chimenteros" del espectáculo, programas de primera y de segunda -mediocres ambos- pero santificados en el caso de los generados en la ciudad de Buenos Aires. El canal provincial gubernamental LU89, Canal 3 de Santa Rosa (La Pampa), transmitió en vivo y en directo para Canal 7 y Canal 26 desde el casino pampeano, ámbito de dudoso gusto ya que los paneos de cámara devolvían una suerte de garito de Las Vegas del subdesarrollo. Impresentables presentadores, en especial uno de ellos, quien hizo gala de un histrionismo entre patético y grotesco y curiosamente ganador de un Martín Fierro radial, mientras inimputables representantes de los chimenteros porteños entregaban las estatuillas del gaucho matrero a los ganadores, quienes manifestaban su "célebre" logro con un entusiasmo digno de mejor causa. ¡Si hasta Gisella "Cat" Barretto, ¿periodista?, fue entregadora (perdón) de uno de los premios a la producción televisiva y radial del interior!, donde, sin chauvinismo, sólo el otorgado a "Noches de cine" (LT8 Radio Rosario), de Ricardo Randazzo, remontó la mediocridad. Luis Brandoni, el actor devenido diputado y luego otra vez actor y así al infinito, autor de una malhadada ley que promueve la concesión de una docena de licencias de TV en el interior con miras a que el alicaído multimedio que edita el diario para el presidente de la Nación se salve de la debacle que constituyen los 100 millones de dólares menos de la torta publicitaria en la Capital Federal, seguramente encontrará, además de la falacia por él predicada en nuestra ciudad hace unos días de "la creación de puestos de trabajo" merced a la invasión a saco del interior por parte de los intereses capitalinos, reitero, luego de lo exhibido en La Pampa en su mediocridad lamentable, un pretexto más para sus fines medradores y unitarios.
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