Año CXXXIV
 Nº 49.212
Rosario,
sábado  18 de
agosto de 2001
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El actor abre un ciclo sobre el teatro en el Parque España
Rafael Spregelburd: "La tragedia es tranquilizadora"
El dramaturgo asegura que las grandes obras perduran no por su género sino por lo que tienen de inexplicables

Fernando Toloza

El actor y dramaturgo Rafael Spregelburd abrirá hoy el encuentro "Diseños para una escena contemporánea" con un seminario, de 13 a 18, en el Centro Cultural Parque de España, Sarmiento y el río Paraná. El tema de Spregelburd será "La dramaturgia catástrofe". Los próximos invitados del ciclo son Alejandro Tantanián, Andrea Garrote, Rubén Szuchmacher y Daniel Veronese.
Spregelburd es autor de "Cucha de almas", "Cuadro de asfixia" y "Remanente de invierno", entre otras, y tradujo a Harold Pinter y Steven Berkoff. En la charla brindará su manera de entender al teatro que, entre otros aspectos, aprovecha los aportes científicos de la teoría del caos, según la cual el funcionamiento del universo no se rige sólo por una ley de causa y efecto.
-¿Por qué siguen imperando los modelos teatrales que desde hace tiempo parecen estar en crisis?
-Es una pregunta que tiene que ver más con la recepción que con el problema de la creación, pero siempre ha sido así. Entre otras cosas, las crisis por las que atraviesa la Argentina hacen posible que se le preste mucho atención a un fenómeno minoritario: estamos hablando de un teatro que teóricamente es digno de estudio y, por otro lado, produce obras que son estrenadas en salas para cien espectadores. Su incidencia en la vida de la personas es ínfima y tenemos que aceptar esto porque si no parece muy pedante hablar de las crisis de las formas teatrales tradicionales. El público quiere, normalmente, más de lo que está acostumbrado a ver, y los artistas, no, y así siempre hay un desfasaje difícil de zanjar.
-¿Creés que los artistas van siempre por delante del público?
-No necesariamente. Mientras los artistas buscan la superación de lo que existe -pero no en términos de evolución porque es difícil entender el arte en términos de evolución- y mostrar lo que todavía no hay, el público de la misma manera que los críticos sólo puede evaluar eso en función de lo que sí hay. Es como dice Luis Felipe Noé en la "Antiestética", se les pide a los artistas que vuelen porque se supone que son los elegidos, los que se han liberado de un supuesto cotidiano, pero al mismo se les pide que no vuelen demasiado alto porque nos tienen que llevar a todos arriba de sus alas.
-Uno de los puntos de tu seminario es la narración, ¿no existe una idea de que el teatro contemporáneo es poco narrativo?
-Si le preguntás a la gente cuál es la característica del teatro moderno, te van a decir "no se entienden las historias que cuenta". Lo entiendo sobre todo en la lectura de algunos autores europeos contemporáneos, como Herbert Muller, porque para ellos la fábula ha sido el problema, porque vienen de una tradición brechtiana que agotó sus recursos, porque los agotó la sociedad en que viven, no por un problema teatral, y nosotros no hemos conocido ni siquiera el fulgor de lo brechtiano en este país, donde todo es y es no es al mismo, y por lo tanto el teatro reina. La Argentina es un país tremendamente teatral.
-¿Te parece que la gente lo ve en la realidad pero no lo entiende en el teatro?
-Es mentira que el público no esté acostumbrado a la complejidad narrativa. La gente va al cine y ve películas muy complejas desde lo narrativo y las comprende perfectamente. Pero cuando se hace teatro se cree -por el monopolio reduccionista y didactista al que ha estado sumido el teatro- que debe ser más simple.
-Otro tema que vas a abordar es tragedia vs. catástrofe, ¿es el reemplazo de una forma por otra?
-No quiero ni es mi lugar escribir la partida de defunción de la tragedia. La tragedia es un estilo de escritura, de dejar un testimonio teatral de una época, una forma que se adapta muy poco a lo que uno comprende. Las grandes tragedias que sobreviven lo hacen porque también son grandes catástrofes. Lo que perdura de los clásicos son sus zonas catastróficas y no el estilo, que responde a las necesidades de lectura histórica de una época determinada. La tragedia supone la destrucción del protagonista que corre hacia su propia muerte y es muy tranquilizadora, es una estructura domesticada que el espectador puede leer y anticipar. El hecho de que las cosas evolucionen hacia su propia destrucción implica una lectura moral de la realidad: las cosas por lo menos evolucionan, marchan en una dirección. Yo no tengo esta mirada trágica del mundo, creo que las cosas se mueven en todas direcciones.
-¿Qué es la teoría del caos?
-En la ciencia, el análisis de la teoría del caos llama reduccionista a toda la ciencia previa, a la newtoniana, que se ha encargado de producir fórmulas para explicar el funcionamiento del universo, fórmulas que se explican hasta cierto punto. Hay determinado tipo de cálculos que esas fórmulas no pueden hacer y todos esos cálculos quedan en la zona de la catástrofe, que la ciencia no estudia. La teoría del caos puede explicar el porqué de estas catástrofes pero al mismo tiempo no puede predecirlas. Mi pregunta es qué pasa si hacemos un teatro que no reduzca, que simplemente presente el evento, incluso sin poder explicarlo.



Spregelburd analiza el teatro desde la teoría del caos.
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