Cañada de Gómez. - El aumento de la desocupación y la precariedad laboral, sumados a la escasa cobertura de algunas obras sociales, están saturando los efectores públicos de salud. El problema se agrava cuando hay necesidad de traslados a Rosario o Santa Fe ante casos que requieren de alta complejidad, debido a que "no siempre se encuentran camas disponibles y estamos en un punto de saturación del servicio".
El panorama fue trazado por el jefe de la zona de Salud VI con asiento en Cañada de Gómez, Oscar Molón, quien describió la preocupante realidad en los departamentos Iriondo, Belgrano y Caseros. "Esta es una consecuencia lógica del aumento de las personas que no tiene empleo y de los magros salarios que perciben", opinó el funcionario.
En efecto, datos proporcionados por la repartición provincial indican que la demanda en los efectores públicos se ha triplicado en los últimos cuatro años. Las cifras también esgrimen un aumento de casos sociales que son derivados de algunas comunas y municipios "por problemas de presupuesto".
"El mayor problema lo tenemos en la atención primaria y en la demanda de leche y medicamentos. El temor es que esta necesidad se torne incontrolable porque observamos que no todas las obras sociales tienen cobertura de las prestaciones solicitadas", dijo Molón.
En el incremento de la demanda de la salud pública juega un rol importante la radicación paulatina y creciente de nuevos habitantes, fruto de procesos de migración interna. Cañada de Gómez recibió una ola de nuevos habitantes que provienen de la zona costera del río Paraná y también de países limítrofes.
La recesión económica de los últimos años aceleró el proceso de deterioro del sector productivo y comercial, y también el desprendimiento de mano de obra ocupada por parte de las empresas de la región. Esta realidad ha generado la aparición de los denominados nuevos pobres que se suman a los estructurales existentes.
"Vemos que se acerca gente nueva al hospital, provienen de otros pueblos y ciudades. Esto también forma parte de la Argentina de hoy, donde mucha gente se moviliza buscando un lugar donde poder trabajar y vivir con tranquilidad", acotó el jefe de la zona de Salud VI.
Un reflejo de la realidad social fueron los datos difundidos sobre la desocupación en el Gran Rosario y alrededores. En Carcarañá, por ejemplo, la desocupación trepa el 26 por ciento. En este contexto, tampoco pueden faltar en el análisis el incremento de delitos menores de robo y también el aumento de la violencia doméstica.
Para la asistente social de la Municipalidad de Cañada de Gómez, Romina Amadío, la demanda está en permanente aumento y se presentan nuevos casos en los que "el jefe de familia no tiene recursos ni para comprar leche para los chicos".
Entrega de alimentos
A los planes sociales y cajas de alimentos que el municipio cañadense recibe de la provincia o de la Nación, se suma la entrega mensual, con recursos propios, de 1.800 bolsones alimentarios. El aumento de las necesidades hizo que se haya triplicado el personal estable de la oficina de Acción Social municipal.
"Estamos haciendo un relevamiento en la zona norte de la ciudad y nos encontramos con la carencia de instituciones y una cifra altísima de desocupación, cuyos datos estamos procesando. Además, el 60 por ciento de la gente que trabaja gana menos de 200 pesos", señaló la trabajadora social.
Un reflejo del empobrecimiento de las comunidades en los últimos años es la ocupación de terrenos y edificaciones que pertenecieron al ferrocarril. En Cañada de Gómez, hay alrededor de treinta grupos familiares que se radicaron en lo que otrora fueron inmuebles destinados a vestuarios y talleres.
Resulta patética la cantidad de galpones desocupados que años atrás supieron albergar a pequeñas fábricas y también el deterioro edilicio de fábricas paralizadas, cuyas paredes lloran el óxido de la inactividad. Moles de cemento que se desvencijan en forma lenta, pero sin pausa.