Año CXXXIV
 Nº 49.209
Rosario,
miércoles  15 de
agosto de 2001
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cartas
¡Política de ventas, gordi!

Cuando las vidrieras reiteran las mismas ropas, encontrar un pantalón antojadizo lleva paciencia. Pero apareció y en promoción, así que era casi un hecho tener el pantalón bordó con rayitas negras. El primer impacto en el local, el clásico Her & Co, de Córdoba y Entre Ríos, fue al subir la escalera hacia el primer piso. Las empleadas que se cruzaron en la escalera se hicieron unas señas semiocultas, que no hay modo de que no incomoden al cliente. Pero con tanta gente y horas de trabajo es frecuente que queden conversaciones pendientes, justifiqué. Una vez junto a mi futuro pantalón, la expendedora lanzó: "Te dijeron que las promo no se pueden probar, no?". Pregunta retórica, claro, porque la única que me lo pudo haber anunciado era ella y no lo había hecho. La empleada no tuvo respuesta para justificar la prohibición de probar la ropa. "Es una decisión que tomamos", dijo. Otra chica, que dijo ser la encargada, repitió lo mismo. Dijo que no había ningún criterio más que la decisión de impedir a los clientes que se prueben la ropa. Y apeló a mi libertad con un "podés elegir llevarlo o no, es tu elección, gordi". No hay que explicar que uno no suele comprar ropa que no sabe cómo le queda, no importa lo que cueste. Dejé el pantalón: esas políticas de venta no merecen incentivos según mi criterio. Lamenté no poder discutirlo con un grupito de chicas que llegó cuando me iba. No se me ocurrió cual es el problema de dar a probar la ropa que uno espera comprar.
Patricia Serio


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