Si bien en el orden local en lo deportivo las últimas temporadas basquetbolísticas que tuvo Rosario Central fueron brillantes (ganó por tres años consecutivos el torneo superior), en lo económico no fueron de lo mejor. En este tiempo las deudas con el plantel se hicieron permanentes y esta situación pone en peligro la continuidad del básquetbol en la entidad auriazul. Hace unos días los integrantes de la subcomisión de este deporte, cansados de poner dinero de sus bolsillos y al no tener ninguna clase de respuesta a sus innumerables pedidos, decidieron no esperar más y retirarse del club. Los jugadores y el cuerpo técnico se encuentran también esperando que sus sueldos sean regularizados, o aunque más no sea recibir por parte de las autoridades canallas una promesa de pago. Lo cierto es que el presente no es nada halagüeño. De no llegarse a una solución rápida, Central corre peligro de no continuar con esta actividad deportiva, la segunda en jerarquía después del fútbol, en ninguna de sus categorías. De seguir la situación, no sólo dejarían la entidad los jugadores profesionales, sino que también lo harían, y esto sí que es grave, los más chicos, esos que se iniciaron en el club por el cariño que sienten por los colores auriazules, desde que dieron los primeros pasos. Aquí no queda más tiempo para esperar una solución mágica. Todo está en manos de las autoridades centralistas, que son las únicas responsables de todo esto. Los jugadores, el cuerpo técnico y los numerosos colaboradores de esta rama, por lo mucho que hicieron por la entidad, se merecen otro tipo de respuesta por el tamaño esfuerzo que realizaron durante tanto tiempo.
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