Ana María Smith, de 66 años, tiene teléfono. Pero el domingo a la noche se corrió hasta el telecentro ubicado en bulevar Rondeau y Matorras, a pocos metros de su casa, simplemente para averiguar el código de llamadas que identifica a la ciudad de Posadas. Nunca imaginó que allí un delincuente la iba a tomar por la espalda, le iba a poner un cuchillo en la cabeza y a provocarle un tajo tan grande en el cráneo que casi la mata. El ladrón, que minutos antes había intentado asaltar una rotisería del barrio, agredió a la abuela porque la empleada del locutorio no le entregaba más dinero. Segundos más tarde, una patrulla del Comando Radioeléctrico llegó al lugar y detuvo al maleante.
Descendiente directa de alemanes, aunque su apellido aparece en su documento escrito en versión inglesa por un capricho burocrático de la época de Juan Perón, Ana María describe en tono sereno, pero con la voz entrecortada el trance que vivió hace poco más de 24 horas. "En un segundo pensé que no volvería a ver a mis seres queridos", contó en referencia a su marido, dos hijos y seis nietos. "Ese muchacho (por el delincuente que la agredió) debe tener la edad del mayor de mis nietos, 19 años. Realmente la saqué barata porque estaba dado vueltas", señaló la mujer, conteniendo las lágrimas.
Todo sucedió en pocos minutos. Según fuentes de la Unidad Regional II, Dionisio Paredes, de 30 años, irrumpió alrededor de las 19.40 en una rotisería ubicada muy cerca de bulevar Rondeau y Gregoria Matorras. El hombre portaba una cuchilla de grandes dimensiones e intentó asaltar a la encargada del negocio, Telma Menguello. De acuerdo a esa versión, la mujer se habría asustado y salió corriendo hacia la parte trasera del inmueble, motivando la huida del delincuente.
Paredes corrió entonces hasta un pequeño locutorio de la empresa Telecom situado en esa misma esquina. En ese momento, las únicas personas que estaban allí eran la empleada, Smith y una joven mujer que ocupaba una de las cabinas.
Ana María manifestó que el asaltante la tomó del cuello con un brazo y lo primero que hizo fue apoyarle el cuchillo en la cabeza. "El delincuente pedía la plata, pero no gritaba. Estaba dado vuelta, sacado, pero no gritaba", rememoró la mujer, a lo que agregó: "La empleada le entregó todo el dinero que tenía e incluso tarjetas de colectivos".
La encerraron en una cabina
La encargada del locutorio entregó todo lo que tenía precisamente porque temía que Ana María fuera lastimada. Al fin y al cabo, la empleada estaba protegida por un vidrio de blindex. "Hijito, ¿qué hacés?", le preguntó Smith al delincuente cuando el acero del cuchillo le rayaba la panza. "No se qué hago, pero quedate tranquila y no grités", le respondió el hombre mientra juntaba unos pesos. Al parecer, el delincuente no se conformó con el dinero que consiguió.
Entonces, dando una carga de dramatismo más a la escena, se fue con Ana María tomada del cuello hasta donde estaba una joven ocupando una de las cabina. Esa chica, según contó Smith, al presenciar el asalto se arrodilló en el piso y comenzó a rezar. Esa acción, al parecer no desalentó al ladrón, quien despojó del reloj y las zapatillas a la joven.
Después volvió a insistir con la empleada del locutorio para que le entregara más dinero y como no tuvo suerte le efectuó un profundo corte en el cuero cabelludo a Smith para finalmente empujarla adentro de una cabina encerrarla.
Cuando Paredes estaba a punto de escapar fue detenido por la policía que había sido alertada por un vecino. Ana María sólo sufrió una herida superficial en la cabeza, pero el susto fue mayúsculo. Los médicos del Hospital Clemente Alvarez le aplicaron tres puntos de sutura.