Tokio. - El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, visitó finalmente el Yasukuni, el polémico templo sintoísta del centro de Tokio donde se veneran los espíritus de los caídos en guerra, y desencadenó una crisis diplomática con China y las dos Coreas, que criticaron duramente el gesto.
Entre los más de dos millones y medio de oficiales y soldados comunes venerados en el templo, desde 1978 fueron recibidos también 14 criminales de guerra condenados tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos siete que fueron ejecutados (incluyendo a Hideki Tojo, el general jefe del ejército imperial y de hecho dictador de Japón durante la guerra).
Desde su nombramiento como jefe de gobierno, en abril, Koizumi manifestó su voluntad de visitar el templo, pese a que la opinión pública japonesa está muy dividida al respecto (el Yasukini es un lugar simbólico para los nacionalistas) y pese al resentimiento de los pueblos asiáticos, que sufrieron en carne propia el expansionismo nipón.
Ayer, tras el anuncio de la visita, el ministerio de Exteriores chino expresó en un comunicado "gran indignación. El gobierno y el pueblo chinos manifiestan gran disenso e indignación", se lee en el documento.
También el ministerio de Exteriores surcoreano se dijo fuertemente contrario a la decisión, definiendo el Yasukuni en un comunicado como "símbolo del pasado militarista japonés".
Meñiques amputados
Además, unos 20 jóvenes surcoreanos se amputaron el dedo meñique, en gesto de protesta. En Manila, capital de las Filipinas, un grupo de mujeres hoy ancianas obligadas a prostituirse durante la Segunda Guerra Mundial por las tropas japonesas protestó también contra la decisión de Koizumi.
Precedentemente el premier quería realizar la visita el 15 de agosto, aniversario de la rendición de Japón en 1945, pero renunció debido al valor simbólico aún mayor que habría tenido una decisión semejante.
"A medida que la fecha se acercaba -declaró el mismo premier, haciendo referencia al 15 de agosto- me di cuenta de que mis intenciones no eran comprendidas ni en Japón ni en el exterior. Y en cambio, desde lo profundo de mi corazón, puedo decir que quiero promover la amistad con China, Corea del Sur y los otros países vecinos".
Koizumi recordó, como ya había hecho otras veces, que su voluntad de dirigirse al Yasukuni está vinculada a la conciencia de que la prosperidad actual de Japón se debe al sacrificio de muchos soldados en la Segunda Guerra Mundial. "Vine a ofrecer mis condolencias a las numerosas personas muertas durante la guerra y no hice una visita dedicada en particular a los criminales de guerra u otros".
Las reacciones a la visita fueron contrastantes también dentro del partido de Koizumi, el Liberaldemócrata (PLD).
Antes de Koizumi, sólo dos primer ministros se animaron a tanto: Yasuhiro Nakasone, que fue al Yasukuni el 15 agosto de 1985, y Ryutaro Hashimoto, que sin embargo visitó el templo a título privado, el día de su cumpleaños, en julio de 1996.
Siempre contraria a la visita de Koizumi se mostró Makiko Tanaka, ministra de Exteriores y relevante exponente del PLD. Ayer renunció a su polémico tono habitual, pero de sus declaraciones surge sin embargo la amargura por la decisión final del premier. "Como responsable de la cartera de Exteriores debo examinar con seriedad las opiniones que son expresadas aquí y en el exterior".