Los violinistas se ven obligados a conseguir instrumentos que cada vez resultan más escasos porque no se pueden fabricar en la actualidad. Thomas García explicó cómo es su herramienta de trabajo: "El instrumento que utilizo es un violín italiano de 1728 de Carlo Tononi, un luthier de la escuela veneciana", reveló con inocultable orgullo.
El valioso violín, que perteneció a un músico fallecido, llegó a sus manos por la generosidad de una amiga de su familia, la pianista catalana María Luisa Cantos, quien se lo prestó: "El violín es un instrumento misterioso y es como el vino: necesita del paso de los años para que se asiente su sonido. Se calcula que un violín necesita de unos 60 años para que tenga una buena calidad de sonido", indicó el artista. "Los instrumentos cada año tienen más valor -señaló Thomas García-. Tengo la suerte de contar con un violín muy valioso que llegó a mis manos por la generosidad de una artista".
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La Ciudad
