Casi diez años después de ese secuestro, la Justicia condenó a penas de reclusión perpetua a los ex policías José Turco Ahmed, Juan Carlos Pelado Bayarri y Miguel Angel Jopo Ramírez, quienes integraban la denominada "banda de los comisarios", que perpetró el secuestro extorsivo y están presos desde que fueron atrapados. Pero el costado misterioso no develado está centrado ahora en otro de los posibles integrantes de esa banda, el ex subcomisario Alfredo Hugo Poroto Vidal, quien pudo evadir su presunta responsabilidad en el hecho durante una década hasta la noche del 11 de mayo pasado, en que fue arrestado. Será juzgado en un expediente que tramitará por separado.
La detención del grueso de los secuestradores de Macri (quien mantuvo una marcada falta de interés en el desarrollo de la causa definida anteayer) constituyó un hito: fue la primera vez en la historia que, bajo la intensa presión del entonces ministro del Interior José Luis Manzano, el para esa fecha jefe de la Policía Federal, comisario Jorge Luis Passero, decidió desconocer lo que él mismo llamaba "pactos de sangre" y practicar cirugía mayor con sus miembros más corrompidos.
Los jefes de "la banda de los comisarios" surgida de un "grupo de tareas" de la Policía Federal que comenzó a secuestrar empresarios y familiares de empresarios judíos en plena dictadura militar, (al menos a dos de los cuales resultaron asesinados) fueron relacionados con el atentado a la Amia por al menos dos investigadores: Carlos De Nápoli y el fallecido periodista Carlos Juvenal, autor de "El Caso Sivak" y "Buenos muchachos", libros centrados en bandas dedicadas "a la lucrativa industria del secuestro extorsivo" y nutridas preponderantemente por efectivos y antiguos efectivos de la fuerza.
Presunta delación
La baza decisiva fue la presunta delación de uno de los miembros más antiguos de la banda, Poroto Vidal, quien, en recompensa habría recibido inmunidad, hasta el punto que su prontuario estaba "limpio" y no tenía orden de captura cuando en marzo pasado fue detenido dentro de un automóvil con vidrios polarizados en el que había pistolas con silenciador y muchas vainas servidas, según fuentes policiales.
El subcomisario (R) Alfredo Hugo Vidal, estaba tranquilo e intentó zafar del aprieto mostrando sus viejas credenciales de la fuerza. Pero los efectivos de la Dirección Departamental de Investigaciones de San Martín que lo detuvieron en marzo pasado igual lo llevaron a la comisaría junto a sus dos acompañantes, ambos agentes "en disponibilidad" del Centro de Reunión de Inteligencia del Ejército, según admitieron voceros de esa fuerza.
Los tres habían sido sorprendidos esa noche dentro de un automóvil de vidrios polarizados estacionado a una cuadra de Villa Pineral. Dentro del auto había armas calibre 22 y 7,65 con silenciadores. El piso del coche estaba tapizado por cartuchos usados. Uno de los policías bonaerenses que participó en el procedimiento dijo haber sentido un escalofrío. "Lo de usar armas con silenciador y recoger las vainas servidas es propio de asesinos profesionales", explicó.
Las fuentes judiciales revelaron que Macri se mostró "poco interesado" en la causa, "como si quisiera sepultar ese capítulo del pasado". A tal punto, explicaron los voceros, que en una oportunidad debió ser convocado a testimoniar mediante la fuerza pública.
El secuestro ocurrió en la noche del 23 de agosto de 1991, cuando Mauricio Macri conducía su auto por la exclusiva zona porteña de Palermo, y fue cercado y obligado a subir a un auto por un grupo de desconocidos.
El mismo Macri contó que, apenas cuando se lo llevaron hasta un cuarto de una vivienda de la avenida Garay, donde permaneció los 14 días que estuvo cautivo, les dijo a sus captores: "No me maten, soy el futuro presidente de Boca".
Mauricio fue dejado en libertad en la ciudad bonaerense de Lomas de Zamora la medianoche del jueves 5 de setiembre de 1991. Vidal está además imputado en otros hechos y ya había sido condenado anteriormente por el primer secuestro del empresario Osvaldo Sivak.
La banda, según el fallo, también participó en los secuestros de Karina Werthein, quien permaneció en cautiverio entre el 14 de junio y el 23 de diciembre de 1978; de Alfredo Apstein, de Julio Ducdoc (quien nunca reapareció y, por lo tanto, se presume su muerte) y del empresario Sergio Meyer.