Año CXXXIV
 Nº 49.205
Rosario,
sábado  11 de
agosto de 2001
Min 13º
Máx 24º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Ganadería
Historia de una lucha sin final

En 1870 se registraba en el país el primer caso de aftosa pero algunos especialistas sitúan en el año 1962, con Arturo Frondizi en la presidencia de la Nación, a los primeros intentos de lucha organizada. Por 1978 ya había en el país más de 900 focos y se convertía en la pesadilla de los productores ganaderos. En los años 30 aparece más claramente la utilización de esta enfermedad como barrera paraancelaria, cuando EEUU erradicó el mal y puso fuertes restricciones al resto de los países.
El esquema de comercio mundial empezó así a tomar otra forma. EEUU comenzó a exigir maduración, carne curada o cocida (riesgo cero), mientras otro bloque de países, encabezado por Inglaterra, utilizó criterios menos restrictivos. Argentina, país con aftosa, estrechó aún más su vinculación comercial con Europa.
Este esquema armó la línea de producción y de genética vinculado a un par de mercados, dejando de lado a otros. En la medida en que otros bloques, libres de aftosa, iban creciendo en el mercado mundial (Nafta o países asiáticos), esta situación se va modificando. Paralelamente, en el Centro Panamericano de Aftosa se discutía como eliminar la enfermedad.
Estas discusiones se daban en los años 70, y durante tres décadas se comenzaron a realizar en Argentina campañas de vacunación en todo el país.Sin embargo, el mal, pesadilla de los ganaderos, no se
erradicaba "Se avanzó pero no lo suficiente, porque sólo se lograba un estado de equilibrio, de coexistencia de la enfermedad, con ciclos interanuales de aparición del mal", recordó Bernardo Cané.
Algunos actores de la lucha cuentan que se la tomaba como una enfermedad "burocrática", se compraba la vacuna, se vaciaba el frasquito y se lo llevaba a registrar a una oficina, a veces sin aplicarla.
Las "malas campañas" llevaron al agotamiento del sistema de vacunación pero a la vez estaba claro que se inmunizaba a la mitad del rodeo.En ese sentido, el Centro Panamericano de Aftosa siguió avanzando en tecnologías, no sólo de vacunas, sino de organización social, que para muchos era una clave para la erradicación.
Las exigencias de los mercados siguieron, sobre todo cuando Europa comenzó a pensar en dejar de vacunar. Eso significaba que sólo los países que tuvieran controlada la enfermedad iban poder seguir exportando hacia esos destinos.
Este punto, sumado a la generación de la vacuna oleosa y la nueva forma de encarar las campañas, le dieron el marco al gobierno de turno (Carlos Menem en la presidencia) para pensar el tema en serio y elaborar un plan organizado para lograr el status de país libre.
El objetivo del plan 90/92 era cubrir el total del país con este nuevo concepto: vacuna larga duración en zonas endémicas primarias, participación de los productores con autofinanciamiento, y autoadministración y responsabilizando a las jurisdicciones por lo que sucediera en la campaña.Así se conformaron alrededor de 350 fundaciones en todo el país, que garantizaban, además de la vacunación, la disponibilidad de la dosis en calidad y cantidad. En un plazo de 2 años se pasó a vacunar en todo el territorio nacional.
En 1991, Alberto Pecker, gerente de la Fundación Argentina decía que se había quebrado la tendencia de la enfermedad. En el mismo año, la OIE , decidía que en Argentina había zonas libres de aftosa sin vacunación. El trabajo comenzaba a dar algunos frutos.También por ese año, Paraguay tomó la decisión de vacunar. En Argentina se declaró de interés nacional la erradicación de la aftosa y en diciembre de 1993 se sancionó la ley 24.305, que enmarcó legalmente la lucha ."Como pasó con la lucha contra la langosta, se atacaron las causas y el mal dejó de multiplicarse", explicó Cané.
El plan 93/97 avanzó en la sintonía más fina del problema y se estableció como objetivo lograr el status del país libre de aftosa con vacunación. Un punto esencial de este plan fue el trabajo regional realizado con los países de la Cuenca del Plata (Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia.
En 1992, Mendoza fue la primera provincia en declararse sin aftosa. Luego fue la Mesopotamia, junto con otras 7 provincias como Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, San Juan y La Rioja.
Hubo un punto de inflexión el plan, cuando en 1994 se registró un foco de aftosa en Bariloche, que obligó a matar 4.500 ovejas del empresario Luciano Benetton. En marzo de 1995 se anunció un nuevo plan de vacunación. Cundía la euforia al no registrarse focos desde hacía casi un año.

Las negociaciones internacionales
En mayo de 1996 el país se declaró "libre de aftosa con vacunación", luego de dos años sin focos.Comenzaron las presentaciones para lograr el status oficial en la OIE pero ese año se bochó la propuesta.
En 1995, con el encuentro de Marrakesh que cerró la Ronda Uruguay del Gatt, se logró aumentar el intercambio con 18 países. Según Cané, en 1997 se hicieron alrededor de 150 mil muestras de sangre para saber si existía actividad viral y no había rastros. En mayo de ese año la OIE, declaró al país "libre de aftosa con vacunación". Luis Barcos, estaba en el Senasa.
La vacunación en el campo continuaba, las fundaciones seguían al mando y todo parecía marchar sobre ruedas. Se estableció un nuevo plazo a cumplir: dejar de vacunar en abril de 1999. La propuesta, si bien seducía, dejaba entrever severos riesgos. Se sabía que para ello, se debía garantizar una vigilancia epidemiológica muy estricta y muchos estaban convencidos de que era difícil de lograr.
En vista de recorrer ese camino, en agosto de 1997 se creó un Registro Nacional Sanitario (Renspa), cuyo objetivo principal fue conocer y ubicar geográficamente los principales productos pecuarios y los productores responsables de los mismos y que debía ser actualizado año tras año.
En marzo de 1998, el Senasa determinó un plan de quince acciones a ejecutar para lograr el status de libre de aftosa sin vacunación: controlar aeropuertos y fronteras, crear un banco de vacunas, conformar un banco de ayuda económica para retribuir pérdidas en caso de que volviera la enfermedad, y controlar la frontera con Brasil, entre otros.
Una encuesta elaborada por Mora y Araujo reveló en ese momento que dos de cada tres productores pensaba que no debía dejarse la vacuna porque el "riesgo que se corría era mayor que el beneficio". Sólo un 8% opinó lo contrario. También había polémica hacia el interior del Senasa, y en la Cámara de Diputados ingresó un proyecto que proponía mantener la red de organizaciones y garantizar la vacunación hasta que se cumplan las metas sanitarias.
En noviembre de ese año, el presidente Menem firmó el decreto que establecía que el 30 de abril se dejaría de vacunar contra la aftosa en Argentina. La suerte estaba echada y las garantías diluidas.



Una foto que le costó muy cara al país.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados