José L. Cavazza
A través de canciones y poemas Cristina Banegas recorre en "La morocha", la historia de la mujer en el tango. Las recreaciones pasan por la costurerita, la mujer fatal, la mina perversa, la señora sumisa. Y también la madraza, ícono intocable de los tangueros. Banegas -la que todos recuerdan como aquella madre borracha y de tendencias lesbianas en la serie televisiva "Vulnerables"- llega esta noche con su espectáculo "La morocha" al ahora climatizado Centro de Expresiones Contemporáneas (bajada Sargento Cabral y el río), en una función que comenzará a las 22. Los textos seleccionados por la actriz y cantante para este espectáculo pertenecen a Carlos de la Púa, Néstor Perlongher, Juan Gelman y Alberto Vacarezza. El cómplice de Banegas sobre el escenario es Edgardo Cardozo, quien además de tocar la guitarra actúa. -¿"La morocha" tiene más que ver con las mujeres o con el tango, con la música o con el teatro? -Sobre todas las cosas, es un show teatral, construido en base a los repertorios de las mujeres del tango de la primera tres décadas del siglo XX, como por ejemplo de Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Ada Falcón, Tita Merello y Sofía Bozán. Después llegó aquella aplanadora de las grandes orquestas de tango y solistas varones y entonces la mayoría de estas mujeres, salvo excepciones, quedaron aisladas del canto o se volcaron a la actuación como fueron los casos de Aída Luz o la Merello. Creo que son repertorios que hoy se han vuelto a rescatar y revalorizar. "La morocha", entonces, es un espectáculo sobre las poéticas del tango y más que nada sobre las tradiciones criollas. -¿Cómo conviven en el espectáculo de la Púa, Perlongher, Gelman y Vacarezza? -No sé bien cómo lo hacen, pero conviven porque son muy argentinos. De alguna manera, el cruce que se planteó en el espectáculo está resuelto dramáticamente con cambios y transiciones muy leves. Es una máquina de reír y de llorar. Hay momentos de gran comicidad y otros muy dramáticos. En esa convivencia entre, por ejemplo, el naturalismo y el grotesco, entre lo contemporáneo y lo histórico, hay todo un trabajo que nos llevó bastante tiempo producir. Este espectáculo tuvo un trabajo previo de investigación sobre el tango y las mujeres que yo empecé a hacer seis años atrás junto a la bailarina y coreógrafa Iris Scaccheri. Luego pasaron varios años donde grabé mi primer disco con el maestro Ubaldo de Lío, hice dos temporadas junto a Liliana Herrero y Lidia Borda en un espectáculo de tango y folclore. Quiero decir que en los últimos años me fui fogueando como cantante y así poder llegar a hacer "La morocha". -¿Es una buena síntesis del arte de actuar y cantar? -Sobre todo un buen dilema, porque toma una tradición que está enraizada en la historia del tango y de la actuación. El tango ha dialogado siempre con el teatro, el sainete, la revista porteña, el cabaret y el music hall. Este show es un desafío, porque retoma esa tradición y la resignifica desde los códigos contemporáneos de actuación, estilo y género. Cuando lo preparábamos estábamos completamente aterrados, pensando que los tangueros nos iban a matar. Nos parecía que la obra era un gran engendro con demasiados cruces. Afortunadamente, luego tanto los tangueros como la crítica nos trataron muy bien. -¿A qué se debe que muchos tangueros hoy retoman aquel tango arrabalero anterior a la época de las grandes orquestas? -Porque es una zona del tango de una riqueza extraordinaria. El de las primeras décadas del siglo XX fue un tango reo, prostibulario, burlón, melodramático y sentencioso, que se diferenció de lo que vino después. Del repertorio de las mujeres creo que he tomado las perlas, que posibilitan un espectáculo de una gran intensidad.
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