La Justicia rechazó la querella de un joven condenado por error contra el hombre que lo involucró en una serie de ataques sexuales cometidos en el centro de la ciudad en 1998. Para el juez que se ocupó del caso, no hay pruebas para dar por cierto que el hombre querellado haya dirigido deliberadamente las investigaciones hacia quien después terminaría condenado pese a ser inocente. Por esa razón el magistrado absolvió al testigo, aunque el querellante puede apelar el fallo.
Quien planteó la querella es Leandro Riboldi Ursiny. Se trata del joven a quien otro juez ya había sentenciado a 7 años de prisión por un par de violaciones y robos a mano armada. Riboldi no zafó de esa situación por la acción de la Justicia sino por un hecho fortuito: otro hombre, detenido durante un intento de violación, terminó confesando los hechos que le atribuían en la sentencia.
El hombre que lo apuntó es Roberto Eduardo Fresco, quien conocía a Riboldi porque este había sido novio de su hija. Un día, hablando con policías de la Brigada de Homicidios, Fresco dijo que Leandro se parecía al agresor que describían las víctimas de lo que la prensa local denominó "el violador del centro". Y fue incluso más lejos: comentó que una psicóloga que también conocía a Riboldi había dicho que tenía el perfil de un psicópata como el que buscaban los investigadores.
Fresco también entregó a la policía unas cartas que Riboldi había enviado a su hija. Esos textos fueron peritados y los resultados de esos estudios sirvieron de base para procesar y luego condenar al muchacho.
De sospechoso a condenado
A partir de la colaboración de Fresco, Riboldi se convirtió en el único sospechoso. Fue detenido, procesado y finalmente sentenciado. Tres jueces revisaban el fallo cuando sucedió algo inesperado: Néstor Omar Fica, un estudiante de Medicina oriundo de Pergamino, se quebró al declarar mientras estaba detenido por un intento de violación y dijo que él era el verdadero autor de los hechos por los que culpaban a Leandro.
Al principio se pensó que Fica podía estar fabulando, pero dio tantos detalles que terminó por forzar una nueva investigación sobre los ataques supuestamente cometidos por Riboldi o varios otros. Al final lo procesaron y en este momento está siendo enjuiciado en un proceso que está a cargo del juez Alberto González Rímini.
Cuando quedó libre, Riboldi decidió pasar facturas a quienes lo habían perjudicado. Hizo un reclamo administrativo a la provincia por los errores que desembocaron en su condena, por más de 500.000 pesos. También querelló a Fresco por haberlo involucrado con aquella declaración ante la Brigada de Homicidios. Y ahora está a punto de presentar una demanda judicial por daños y perjuicios.
La querella recaló en el juzgado en lo Correccional Nº 10, a cargo de Daniel Acosta. La cuestión a dilucidar era si Fresco había injuriado a Riboldi al declarar bajo juramento. O, dicho de otro modo, si se propuso perjudicarlo o lo hizo sin intención. Acosta lo resolvió aplicando el beneficio de la duda porque, a su juicio, no hay modo de probar que se haya propuesto injuriar a Leandro.