| | Análisis Internas, el objeto del deseo radical Severa advertencia de Alfonsín por las disputas en Capital Federal. Día clave para la Alianza Santafesina
| Mauricio Maronna
El radicalismo se empeña por estas horas en darle la razón a la chicana con la que, frecuentemente, se divierten los justicialistas: "Para la UCR el acto de gobernar es un episodio molesto que sucede entre dos internas". Cualquier desprevenido que intente comunicarse con los principales referentes partidarios de la Capital Federal (a la sazón, las espadas del gobierno nacional) creerá que la adrenalina y la excitación que descargan se debe a la traumática realidad que significa estar hoy por hoy en el poder, a la debacle de la economía, a la zona liberada en la que pareció quedar atrapada la Argentina por la acción de un grupo de piqueteros o a las versiones tremendistas que se encargan de desparramar los gurúes financieros. Pero no. La verdadera razón del tumultuoso ánimo que los domina obedece a que los radicales porteños van a internas el domingo próximo para elegir a sus candidatos a diputado y senador. Se sabe: nada les gusta más a los radicales que sumergirse en el farragoso terreno de las disputas intestinas. Y los correligionarios santafesinos pueden dar fe. "Ojalá que alguna vez se preocupen en ganarle al justicialismo en vez de tantas peleas", supo comentar en voz baja Raúl Alfonsín, escandalizado por el cromático mapa que ofrece la UCR provincial. Ahora, el caudillo ucerreísta observa que el efecto cascada amenaza con hacer caer en el grotesco a todo el partido y arrastrar, incluso, al gobierno. La desafortunada esgrima verbal de los candidatos a senador, Facundo Suárez Lastra y Rodolfo Terragno, en el programa A Dos Voces encrespó los ánimos de Alfonsín: "El debate fue lamentable y espantoso: discutían si estaban con el presidente De la Rúa o no, y precisamente si algo había que dejar de lado era eso". Por estas horas, y con el país navegando en la incertidumbre, más de medio gabinete está pendiente de los comicios porteños; el presidente de la Cámara de Diputados, Rafael Pacual, buscando votos por los barrios para lograr su reelección y el mismísimo Terragno admitiendo que quiere ser senador pero también candidato a presidente en el 2003. Este escenario muestra uno de los mayores flancos débiles del Ejecutivo: la ausencia de un partido de gobierno compenetrado en su rol de oficialismo. ¿Quién defiende la gestión radical cuando sus principales popes, salvo Alfonsín, parecen seguir tomando sol en la cubierta del Titanic? Domingo Cavallo, Patricia Bullrich y Chrystian Colombo parecen ser los únicos escudos. En Santa Fe, y aunque las internas hayan sucedido allá lejos y hace tiempo, también se avecina un día clave para los radicales. La convención de hoy decidirá el futuro de la Alianza Santafesina, pero también podría reabrir grietas en la hipersensibilizada piel de amarillos, celestes, blancos, verdes y rojos. De confirmarse al usandizaguista Hugo Storero como primer candidato a diputado nacional, la coalición estallará en mil pedazos. El PSP romperá amarras y hará su propia nómina con Rubén Giustiniani a la cabeza, algunos radicales amenazarán con el cisma y las declaraciones altisonantes volverán a estar a la orden del día. De hecho, al peronismo la ruptura de la coalición le caerá como maná del cielo. El reutemismo se relame imaginando que la división de los votos opositores en tres listas (UCR, PDP y Frepaso) estaría otorgándole un triunfo cantado y posicionando a Carlos Reutemann en la primera fila de la grilla para el 2003. "Nosotros somos como los gatos: no nos peleamos, nos estamos reproduciendo", solía repetir Juan Domingo Perón. Esa máxima no puede ser imitada por los radicales. En el partido de Alem, cada pelea es un aporte más a la confusión general.
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