Carla Rizzotto
Nacieron en la cárcel pero no cumplen una condena. Viven allí porque sus madres están apresadas. Actualmente son tres los chicos que comen y duermen en el Instituto de Recuperación de Mujeres (Gorriti e Iriondo), y pronto se sumarán más: hay tres reclusas embarazadas. Las madres saben que a los cuatro años los niños tienen que irse del penal, pero algunas prefieren no esperar a esa edad para sacarlos. La realidad de la mayoría es otra: sólo pueden ver a los chicos dos veces por semana, si la persona tutora de los niños así lo decide. Ayer no faltó ninguno, se rieron, jugaron, bailaron y miraron atentamente un espectáculo de títeres. Y por momentos, las mujeres disfrutaron más que los chicos. En definitiva, todos festejaron el Día del Niño por adelantado. No faltaron los regalos, globos y la torta. Cada una de las madres disfrutó a pleno la tarde de ayer, algunas sólo con abrazar fuerte a sus hijos o sobrinos ya estaban hechas. Esa sensación de pertenencia en muchos casos las libra de la culpa de decidir la separación: "Las más «centradas» los sacan a los dos años para que tengan una mejor vida. A partir de esa edad el chico se da cuenta que está encerrado y desde el punto de vista psicológico no le hace bien", relató a La Capital la directora del instituto, María Cristina Mato de Vaschetto. Daniela es una de las reclusas. Tiene con ella a su hijita de 3 meses, y ese vínculo se mantendrá como máximo hasta los 4 años. No obstante la joven ya tiene tomada una decisión. "Apenas crezca la voy a sacar de acá porque no es un lugar ideal para un bebé", contó con su hija Priscila en brazos y luego agregó: "A los pocos meses de nacer la nena yo estaba en la alcaidía de mujeres. Me dieron a elegir entre quedarme allí sola o venir al instituto con mi hija. Vine acá sin dudarlo". El mayor de los chicos que convive en el instituto con su mamá tiene un año y medio. Los demás están a cargo de un tutor, que en la mayoría de los casos, es un familiar. Igualmente, muy pocos superan los 11 años. Maximiliano (10), Rocío (9), Fernando (7), Ayelén (5) y José (4) son hermanos. Disfrutaron a más no poder del festejo, y la madre, María del Carmen, tiene una explicación: "Casi nunca los llevo a ver espectáculos", dijo. La mujer puede salir y verlos los fines de semana, por eso los chicos no la extrañan tanto. Igualmente todos, al unísono, soltaron que les "encanta" estar con su mamá. Matos de Vaschetto explicó que "tanto las mujeres como los chicos se divierten mucho en las fiestas, porque no están acostumbrados a ver estas cosas. Su vida es el comedor comunitario y la escuela". Flopy, como la llama su madre, se fascinó con los muñecos y sin separar sus ojos del escenario, dijo: "Lo que más me gusta es visitar a mamá". Milton en cambio, visitó a su tía, a quien llaman la "Brujita". El chico, de 10 años, expresó que siempre que su tío lo lleva va a verla, aunque se lamenta: "Me trae poco". César (7) y Julio (7) también tienen a su tía en el penal. Y además de estar con ella, ayer fueron el alma de la fiesta: se engancharon con todos los juegos y participaron activamente en el espectáculo de títeres. Para explicar cómo es esta difícil relación entre las madres del penal y sus hijos, la directora contó: "Están los chicos que no quieren despedirse de la mamá y quienes se niegan directamente a entrar. No tienen vergüenza de decir que ellas están en el penal, lamentablemente en los barrios de donde provienen, esta realidad es casi normal". A pesar de no ser el mejor lugar, chicos y grandes festejaron ayer el Día del Niño. Pero, a juzgar por las expresiones, fueron las mujeres quienes más lo disfrutaron.
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