Cuando se cumple otro aniversario del natalicio de Carlos Monzón y de la muerte de Luis Angel Firpo, hace 25 años en el Hotel Llao Llao de Bariloche ante al chileno Ricardo Molina Ortiz se producía la despedida del estilista más genial del boxeo argentino: el Intocable mendocino Nicolino Locche. Por lo visto, el 7 de agosto marca momentos trascendentes para el pugilismo nacional. Con distintos perfiles, pero relevantes por el calibre de los nombres que están involucrados con dicha fecha. Monzón, el mediano más grande de la historia según el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), cumpliría 59 años. Por el otro lado, hace 41 años que entraba en la inmortalidad el Toro Salvaje de Las Pampas. Nacido en Tunuyán el 2 de septiembre de 1939 y con un récord de 103 victorias (14 antes del límite), cuatro derrotas, 14 empates y una sin decisión, Nicolino fue quien le quitó dramatismo a uno de las disciplinas deportivas más duras y -hasta estos días- sangrientas. Sin dudas, un fenómeno irrepetible de las últimas décadas. Muchos sostienen que más que un boxeador, Locche fue algo así como un showman del ring, capaz de cruzar palabras con algún reportero gráfico mientras bloqueaba entre el encordado el ataque de su rival. Cuando Chaplín peleaba en el Luna Park, la noche sabatina tenía un encanto especial. Cuentan las crónicas de aquella época que el epopéyico 12 de diciembre de 1968 en Tokio antes de subir al ring para pegarle la paliza de su vida al hawaiano Paul Fuji y arrebatarle la corona mundial welter junior de la AMB, alguien le preguntó qué sentía antes de semejante pelea. Locche lo miró como sorprendido, y con gesto sobrador, respondió: "¿Qué pelea?". Niño mimado del legendario Francisco Paco Bermúdez, Nicolino fue el boxeador más exquisito y talentoso en el arte de la defensa. No necesitaba pegar para adjudicarse el triunfo, simplemente marcaba los golpes. Alguien que desconcertaba arriba y abajo del ring. Parecía como desinteresado de todo y de todos. Después de un duro entrenamiento acostumbraba vaciarse una botella íntegra de jugo de frutas para luego desaparecer del hotel donde estaba concentrado de cara a cada combate a fumarse un cigarrillo a escondidas de don Paco. Adicción que en julio del 98 y enero del 2000 lo tuvo al borde del nocaut, puesto que durante días estuvo en terapia intensiva por un cuadro de insuficiencia cardiopulmonar descompensada, una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. En su extensa carrera profesional que comenzó el 11 de diciembre del 58, cuando se impuso por nocaut en el segundo round a Luis García, Locche fue campeón mendocino ligero, argentino y sudamericano liviano, y monarca mundial welter juniors en la versión de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Luego de defender exitosamente el título ante el Morocho Hernández, Joao Henrique, Adolph Pruitt, Domingo Barrera y Antonio Kid Pambelé Cervantes, el 20 de marzo del 72 lo resignó por puntos en Panamá frente a Alfonso Peppermint Frazer. Un año después trató de recuperarlo en Maracay, pero cayó por nocaut en la novena vuelta ante Kid Pambelé. De su vida privada se pueden discutir distintos matices, pero sobre un cuadrilátero fue único, incomparable. Toda la magia y la fantasía que le arrancó una sonrisa a un deporte con ribetes muchas veces angustiantes. Considerado como un prócer nacional por su Mendoza natal, Nicolino es algo así como una atracción turística, ya que todo aquel que anda por suelo cuyano quiere verlo y estrecharle la mano.
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