Como en un partido de fútbol, cuando se jugaba el alargue y los pronósticos pesimistas crecían a pasos agigantados, se hizo la luz sobre Argentina y un inesperado apoyo del gobierno norteamericano salvó al país de seguir en una incertidumbre crónica.La llegada de John Taylor, subsecretario del Tesoro de EEUU, influyente político de la administración de George Bush, revirtió la tendencia negativa de los mercados que hasta ese momento apostaban fuertemente a que nuestro país dejara de pagar la deuda, y a que el precio de los títulos públicos quedaran a precios viles.
Hasta el prestigioso economista Nicholas Brady, el autor del "plan Brady", alertó a los inversores de Wall Street acerca de lo peligroso que sería para ellos mismos bailar sobre la tumba de Argentina.
En verdad, los bonos argentinos caen por desprolijidades propias y no por actitudes conspirativas. Cuando un país se financia en el mercado corre estos riesgos. En algún momento los inversores se peleaban por títulos argentinos pero ahora eso no sucede, no tenemos crédito y nadie cree en nosotros, ni siquiera nosotros mismos.
En este escenario sólo es posible una mega-ayuda internacional de los organismos financieros, que no son ni más ni menos que la cara oculta de los grandes países industrializados del mundo.
El Fondo Monetario Internacional no es un ente independiente: su mayor aportante es EEUU que es quien avalará los futuros desembolsos. El dinero llega en un momento oportuno, las entidades financieras habían visto disminuir fuertemente sus depósitos, y las reservas en términos porcentuales cayeron a un ritmo más alto que en el "Tequila". La actividad económica se comenzó a contraer fuertemente, la cadena de pagos está rota, y las chequeras escondidas en cajas de seguridad.
En este escenario, sólo aplicando TyC (que no significa Torneos y Competencias, sino Tiempo y Cash) se reestablece la confianza. Ahora resta esperar los detalles del eventual acuerdo, que ya se da por descontado en las mesas financieras.La base de estas conversaciones y entendimientos con los países desarrollados se sustenta en la posibilidad de que Argentina aplique efectivamente el déficit cero a futuro (en el corto plazo es incumplible).
Esta regla económica está avalada por el PE -que la impuso con los poderes que el Congreso le delegó-; fue apoyada en un documento firmado entre el gobierno del presidente De la Rúa y los gobernadores de provincias -quienes a su vez la aplicarán en sus administraciones-; cuenta con una acordada de la Corte Suprema de Justicia que protege al Estado contra los juicios que derivarían de la aplicación de esta norma; y para dejar tranquilos a los inversores internacionales cuenta con el voto favorable del Congreso , cuya materialización se dio el domingo pasado.
Si bien todos estos aspectos lucen positivos, no recuerdo una ley en cuyos fundamentos la mayoría de los legisladores se oponen, pero que termina votándose positivamente. La ley de déficit cero es tan o más importante que la ley de convertibilidad y mostrará a futuro un cambio estructural, que nos colocará una vez más en una bisagra de la historia.
Si quisiéramos proyectar este hecho en el tiempo, nos deberíamos remontar en primer lugar a febrero de 1991, cuando los especuladores atacan el peso y pretenden devaluar la moneda. En aquel entonces el ministro de Economía era Domingo Felipe Cavallo, quien doblegando a los especuladores sacó por ley una regla económica que denominamos convertibilidad por la cual un peso era igual a un dólar, se terminaba con la indexación, y sólo se emitirían billetes con respaldó de reservas (dólares), a la vez que se eliminaban billetes si la gente los canjeaba por reservas.
El cumplimiento de esta regla económica nos permitió salir de la crisis en el año 1991, terminamos con la inflación, la indexación y las persistentes devaluaciones económicas.En el año 1995, ante un hecho externo como la devaluación del peso mexicano, Argentina tuvo tremendos problemas económicos, se perdieron reservas y depósitos en cantidades alarmantes. Ante este escenario el ministro de turno, que era también Domingo Felipe Cavallo, trabajó en la transformación del sistema financiero. Desde el año 1995 hasta ahora, el sistema financiero cambió abruptamente, ahora es mucho más sólido. Este cambio fue definitorio para los años de crecimiento que siguieron, que perduró hasta junio de 1998.
Regla de oro
En la actualidad, nos encontramos frente a una nueva regla económica: la del déficit cero. Tuvieron que pasar más de diez años para que los políticos argentinos entendieran que no se puede gastar más que lo efectivamente ingresado, pero no es tiempo para repartir errores.
Ahora, los políticos saben que deben realizar el ajuste y vale la pena que dejen de echarle la culpa de sus errores al mercado. Creemos que se abre el camino para una gestión más acertada, con la regla del déficit cero, por ello es hora de confiar un poco más en este gobierno. Por ello, renueve sus plazos fijos, y compre un poquito, por ahora sólo un poquito, más de bonos.