Año CXXXIV
 Nº 49.199
Rosario,
domingo  05 de
agosto de 2001
Min 16º
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Editorial
Trampas demasiado peligrosas

En la Argentina el pernicioso hábito de evadir impuestos se encuentra, lamentablemente, muy extendido. Y en el recurrente marco que constituye la crisis, parece haberse fortalecido. Pero el caso que difundió La Capital en su edición de ayer puede considerarse límite: es que la adulteración de nafta con benceno se practica exclusivamente para aumentar los márgenes de ganancia, ya que la peligrosa sustancia no paga el impuesto a la transferencia de combustibles (ITC). El detalle es que a la evidente deshonestidad del procedimiento deben agregársele los efectos letales del benceno, que de acuerdo con un experto en hidrocarburos de las Naciones Unidas provoca cáncer en los riñones, el hígado, el estómago y la sangre.
La información debe ser calificada de alarmante. Los riesgos son, sencillamente, de vida. Los niveles del letal compuesto que se detectaron en distintos exámenes realizados en la provincia de Santa Fe dieron como resultado, en algunos casos, hasta un treinta y cuatro por ciento del tóxico en el combustible. De esa manera, claro, un grupo de inescrupulosos comerciantes hace un pingüe negocio. Pero no solamente estafan al fisco, sino que ponen en riesgo la salud de sus semejantes, y hasta la propia.
A partir de la divulgación del informe elaborado sobre el asunto por la Defensoría del Pueblo de la Nación, estos delincuentes -porque de eso se trata, hay que ser claros- no podrán en el futuro argumentar ignorancia en relación con las letales consecuencias que trae aparejado su beneficio personal. Aunque por cierto que no debe esperarse que tal conocimiento modifique su actitud. En tal sentido, sólo el más riguroso contralor ejercido por los entes estatales garantizará el bienestar de los ciudadanos, expuestos -debido a la ambición e inconsciencia de unos pocos- a contraer una larga cadena de terribles enfermedades.
¿Efecto de la prolongada recesión, o -como suele decirse- simple avivada criolla? Sea como fuere, comportamientos como el descripto, caracterizados por el más alevoso desprecio por las reglas y hasta por el bien común, parecen constituir una costumbre, sino extendida, ciertamente tolerada e incluso justificada en la Argentina. El caso extremo de la adulteración de naftas con un compuesto mortal sirve como ejemplo incontrastable de los perjuicios que esa modalidad causa en el tejido social. Es hora de erradicarla, de una manera u otra, si la pretensión es que el país despegue -libre al fin de sus traumas- para sumarse a las naciones auténticamente civilizadas del planeta.


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