Christoph Diressen
Londres. - Mendianoche en punto en Londres. Danielle Nelson, de 19 años, canta en el bar de karaoke The Power of Love. John Rawling está en la caja registradora de una hamburguería. Alan Joyce está sentado en un pequeño pub y bebe una cerveza. De repente, se produce un ruido atronador. Danielle Nelson deja de cantar, mira por la ventana y sólo ve llamas. La luna de la ventana del restaurante estalla en mil pedazos detrás de John Rawling. Alan Joyce siente una fuerte presión y se cae de la silla. Cuando logra levantarse, corre a la calle y ve a cientos de personas corriendo presas del pánico. Un coche está en llamas, el agua brota de las tuberías reventadas y las sirenas de la policía aúllan por doquier. Es el final de una noche en la zona de bares y pubs del West End. "Los bombarderos han vuelto", titulaba horas más tarde el diario popular Sun. La turista alemana Monika Dittrich, que en la tarde había acudido al musical My Fair Lady, no lo podía creer. "Pensaba que ya había pasado todo esto", comenta. También los londinenses pensaron eso, cuando parecía que la paz había vuelto a Irlanda del Norte. Pero el coche bomba cerca de la estación de metro Ealing Broadway, en el oeste de la ciudad, les ha recordado cómo están las cosas: tan mal como hacía tiempo que no estaban. Las partes en conflicto tienen hasta este lunes para decidir si aceptan el último "paquete de paz" propuesto por los gobiernos irlandés y británico. Hasta el momento, todo apunta a que los protestantes probritánicos del premio Nobel de la Paz David Trimble rechazarán el paquete. Lo único que quizás hiciera cambiar de opinión a los unionistas de Trimble sería una declaración firmada por "P O'Neill", el seudónimo del consejo dirigente del Ejército Republicano Irlandés (IRA). Londres y Dublín esperan que la comandancia de este grupo clandestino anuncie este fin de semana un claro gesto de desarme. Se dice que el brazo político del IRA, el partido Sinn Fein, ha prometido al gobierno irlandés una declaración en este sentido. Sin embargo, no se sabe nada con certeza. En todo caso, esta vez el atentado de Londres podría no estar sólo dirigido contra los "ocupantes británicos", como suelen decir los republicanos católicos de Irlanda del Norte. También es una advertencia a los jefes del IRA, a quienes los presuntos responsables del atentado consideran unos traidores a la causa irlandesa. Scotland Yard está convencido de que tras el atentado está el radical IRA Auténtico, una escisión del IRA que rechaza los acuerdos del Viernes Santo de 1998. Estos extremistas consideran que sería una "capitulación" ante el archienemigo británico que el IRA depusiera aunque sea sólo una parte de sus armas. Así que el IRA está este fin de semana presionado por dos lados: por una parte, están los partidarios de la línea dura, que quieren proseguir con la "lucha armada", como llaman a sus acciones terroristas. De la otra están los gobiernos británico e irlandés, los protestantes noirlandeses y también la mayoría de la población católica. Quieren que continúe el proceso de paz y esperan que el IRA dé algún paso. El líder protestante moderado Trimble ya no puede hacer más concesiones sin arriesgar una inmediata destitución en su propio partido. "La pelota está ahora en el campo de los republicanos", dice. Irlanda del Norte espera a "P O'Neill".
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