| | Editorial Un ejemplo a imitar
| La realidad del momento económico, se sabe, indica que cualquier proyecto vinculado con la producción se torna casi una utopía. En gran parte, sin dudas, tal nivel de dificultad se relaciona con los hechos concretos: no se puede negar lo que resulta evidente en la Argentina de estos días. Pero, simultáneamente, un factor oculto -siempre presente en las crisis- desempeña un rol que puede llegar a ser decisivo en la ya demasiado poblada categoría de los obstáculos. Se trata del elemento subjetivo, de la depresión que subyace en la gente, de la terrible e infundada certeza que tienen muchos de que este callejón carece de salida. Sin embargo, y aunque no sean numerosos, existen ejemplos de que, con imaginación y esfuerzo, es posible encontrar un camino. Muy cerca de los rosarinos, tanto física como espiritualmente, se encuentra en ese sentido el auténtico ejemplo que están brindando los trabajadores de la carrocera DIC. El 5 de junio pasado, después de lo que debe denominarse una odisea, la Justicia autorizó a los empleados de la compañía -por entonces cerrada- a funcionar como una cooperativa. La modalidad definida a tal fin consistió en el alquiler del predio y la maquinaria de la empresa original, que se encuentra en proceso de quiebra. Lo curioso (machismo de por medio) del caso es que al frente del emprendimiento se colocaron, decididas, dos mujeres, ambas esposas de operarios, que se convirtieron en la presidenta y la secretaria de la flamante cooperativa. Pero los pormenores del resurgimiento ya fueron difundidos exhaustivamente poco tiempo atrás por La Capital; la novedad resonante es que ya se están carrozando dos chasis y se aguarda por más. Y en la bajada de la crónica publicada por este diario en su edición de ayer se alude, justamente, a ese factor subjetivo del que antes se hablaba: "Hay optimismo, hasta los proveedores les fían", se afirma, y se hace blanco en el centro de una subestimada verdad. Porque, ¿cómo negar la importancia de los estados de ánimo? Por tal motivo es que se rescata la noción de ejemplo. Ya que, lejos de dejarse abatir por la dura situación que sufrían, estos hombres y mujeres sacaron fuerzas de flaqueza y a su indiscutible tenacidad le agregaron confianza e inteligencia. Los frutos de esa actitud están a la vista: el futuro, para ellos, no significa una puerta cerrada, sino un espacio abierto y pleno de posibilidades. En síntesis: si a las duras condiciones objetivas se les suma escepticismo, o fatalismo, el túnel no hará sino oscurecerse más y más. Para dar la pelea que hace falta se torna imprescindible acudir a lo más profundo de las reservas de coraje que en cada uno aniden. Sólo así saldrán los argentinos de esta coyuntura que agobia.
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