Año CXXXIV
 Nº 49.198
Rosario,
sábado  04 de
agosto de 2001
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cartas
Coca y su negocio

A principios de la década del 90 los argentinos depositaban su fe y sus esperanzas en "la revolución productiva y el salariazo". Por aquellos años, Coca instalaba su negocio, una pañalera. En ese momento, como también ahora, la sociedad necesitaba de una ilusión y un proyecto colectivo para "una gran nación". Las arengas y las promesas políticas despertaban, en la mayoría de la gente, una confianza desmesurada en el nuevo gobierno. Muchos esperaban "una Argentina para todos"; los menos, como Coca, desconfiaban. Pero el "gran cambio" llegó para mal de la mayoría: "él lo hizo". La historia que siguió es bien conocida y sufrida por los argentinos, entre ellos Coca. Ella cerró su pañalera y no por su incapacidad para administrarla, sino por políticas económicas y sociales generadas desde el gobierno de ese momento. Coca, al igual que millones de argentinos, es una víctima de los malos gobiernos que se suceden, unos a otros, y perjudican a la gente. A su negocio no lo dejaron funcionar; su ilícito e ingenuo negocio, de vender pañales y artículos para bebés, no prosperó frente al negocio ilícito de la política. Porque para muchos políticos su función pública es utilizada para enriquecerse ilícitamente, es decir, robar. Si los que están en la "joda" se dedicaran a trabajar decentemente, los negocios lícitos, como el de Coca, perdurarían en el tiempo y no cerrarían. Coca dice que la desocupación la generan los gobiernos corruptos y no los coreanos o brasileños; y en esto, como hace 10 años, tampoco se equivoca.
Daniel Marocco


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