Cientos de personas, en su mayoría mujeres, cumplieron ayer, a cinco días de la celebración, dos meses de vigilia para ser los primeros en entrar a la iglesia de San Cayetano, del barrio porteño de Liniers, para pedir trabajo o agradecer el que se tiene.
Cuando la desocupación alcanzó niveles históricos en la Argentina, la esquina de Bynnon y Cuzco aparece menos congestionada que en otros años, pero sigue poblada por sillas donde guardan su lugar los que pugnan por entrar en primer lugar en la madrugada del 7 de agosto cuando se abren las puertas del templo.
Es que los vecinos de la zona se movilizaron para impedir que se coloquen carpas en sus veredas, por lo que muchos cuidan su lugar solo con sillas y reposeras, frente a la iglesia, mientras las carpas en las que duermen fueron ubicadas a unas cuadras del lugar.
El sitio preferido para armar las carpas fueron los terrenos bajo la autopista que pasa por allí, pero el más visible empieza en la avenida Juan B. Justo al 8900, frente al polideportivo del Club Velez Sarsfield y se extiende por varias cuadras.
Puestos guardados
Pero a falta de carpas en ese rincón de la ciudad, la convocatoria del santo del trabajo llevó a la zona pequeñas casas rodantes y las personas que ya están en el lugar portan carteles con los hombres de la familia y la fecha desde cuando reclaman su lugar en las colas.
Esta "vigilia virtual" tiene centenares de carteles pegados en los árboles con la inscripciones de los apellidos de sus dueños, "Ferreyra, Orellano, Montoya, Gutierrez o Quiroga", por citar algunos.
Para entrar al santuario hay dos posibilidades, la cola lenta, que hacen los que van a "tocar" al santo aunque esté detrás de un cristal y es la más preciada; o la cola rápida, de los que solo entran al templo, escuchan la misa y se retiran.
"El santo es cumplidor", aseguró Inés Moreno, una devota de toda la vida que estuvo en coma cuatro por un accidente automovilístico, donde perdió a su esposo, quien ya tiene casi dos meses de espera para el 7 de agosto.
Inés se ubicó con otras cuatro familias en una vereda de la calle Bynnon, casi en la esquina con Cuzco, y una noche que no podía dormir en su bolsa, tomó "una estampita de San Cayetano" y se calmó para descansar.
Del otro lado de la calzada, en la cuadra donde tiene su terminal la línea 106, un grupo de nueve mujeres guardan su lugar en sus sillas, encabezadas por Dora, a quienes todas la llaman "La Abuela", de 74 años.
Dora teme que el lunes 6 a la mañana, cuando las colas se consoliden, no se respeten los turnos y acusó a los que llevan carteles y disputan lugares a actuar "como los políticos, prometen y prometen pero después no cumplen".
Con tres hijos y cinco nietos para los que pide protección del santo de manera que "no les falte trabajo", Dora aguarda segura porque "San Cayetano no va a fallar".
Así como Inés encabeza la fila rápida, la cola lenta tiene al frente como desde hace muchos años a "Nori", quien colocó una novedosa casa rodante sobre Cuzco, pero no frente a la iglesia sino en la otra cuadra.
Pero todo ese folclore urbano y popular se organizará en la mañana del lunes, cuando el obispo Fernando Maletti realice como todos los años la procesión en que agrupa a la gente y la ordena en las colas para que no haya problemas.
Monseñor Maletti puede también llegar a vivir este año la última celebración de San Cayetano como párroco de la iglesia debido a que acaba de ser nombrado obispo de Bariloche por el Papa Juan Pablo II.
El flamante obispo volverá a contar este año con cientos de voluntarios para organizar el festejo y servir a los peregrinos, que le aportará la Comisión Arquidiocesana de Pastoral de Juventud. El servicio se prestará desde las 21 del lunes hasta las 21 del martes 7.