En contra de las turbulencias del riesgo país y de la grave crisis económica la cooperativa que organizaron los obreros de la carrocera DIC no sólo comenzó a funcionar, sino que tiene serias y ciertas perspectivas de crecimiento, incluso de generar más fuentes laborales. Los operarios y técnicos de la fábrica ya están trabajando a pleno e incluso diseñaron un nuevo modelo de estructura para micros, que según ellos es único en el país, por lo que están ofreciendo un producto de última generación. En tiempos en que la ciudad tiene más del 20 por ciento de desocupación y la recesión parece instalada con comodidad, la producción de la firma Desarrollo Industrial Cooperativo Limitada (DIC) aparece como una tarea titánica pero no imposible.
El desafío nació el 5 de junio pasado, luego de meses de pelea, cuando la Justicia autorizó a los trabajadores de la carrocera, por entonces cerrada, a funcionar como cooperativa alquilando el predio más la maquinaria de la empresa original, que está en proceso de quiebra.
Al frente del emprendimiento se pusieron las esposas de dos trabajadores: Carmen Josefa de Mata y Alicia Esquivel, presidenta y secretaria de la flamante cooperativa, que se dispuso a reiniciar la fabricación de carrocería para vehículos de transporte y también tareas de reparación y pintura.
"Contra viento y marea, lo vamos piloteando bien", expresó Carmen. El orgullo no es para menos: no sólo están carrozando actualmente dos chasis para una empresa de Buenos Aires, sino que están por entrar otros diez.
Incluso tienen en carpeta la firma de un contrato mucho más amplio (que incluiría la producción mensual de un tipo especial de carrocería), mientras que ya han hecho varias reparaciones completas de vehículos chocados o deteriorados. Si todo sale como está previsto la cooperativa estaría en condiciones de generar más puestos de trabajo.
Los empleados resaltaron una y otra vez la buena disposición de los proveedores para venderles los insumos necesarios para poder comenzar con los trabajos. "No fue fácil porque a muchos de ellos la empresa original les quedó debiendo dinero, sin embargo confiaron en nosotros", comentó el encargado de compras, Claudio Ruiz.
La base de este emprendimiento es sin duda la convicción con la que los 31 obreros de DIC se abocan a la producción. Pero también hizo falta golpear muchas puertas, y algunas se abrieron. El gobierno nacional les otorgó planes Trabajar a cada uno de los obreros de 160 pesos mensuales y además aprobó un subsidio de 20 mil pesos, que está próximo a llegar. Por su parte, la Municipalidad les facilitó otro subsidio de 15 mil pesos que fue el monto que les permitió dar el puntapié inicial.
La producción se va haciendo contra entrega de dinero lo que ha permitido pagar el alquiler de instalaciones y maquinarias de cuatro mil pesos mensuales y cumplir con los proveedores. "Ninguno de nuestros cheques rebotó, y todos fueron cobrados", comentaron al unísono.
Mientras tanto, los trabajadores están percibiendo mensualmente los planes Trabajar, y con los dividendos que ingresan cobran semanalmente todos por igual.
Sin horario de salida
"Si hay que terminar el trabajo no hay horario de salida, ni feriados ni siquiera fines de semana", aseguró Carmen. "Sabemos que todo depende de nuestro esfuerzo y de demostrar que los que hacemos lo hacemos bien y en los plazos estipulados", explicó con naturalidad.
Ricardo Fernández dirige los aspectos técnicos de la fábrica, pero prefiere que no lo llamen "encargado", sino organizador del sector. Cuando se le pregunta cómo toman las decisiones, rescata las discusiones que se producen cuando se presentan dudas o inconvenientes en el quehacer cotidiano.
"Siempre de las discusiones y de los distintos puntos de vista se arriba a una mejor solución ante los problemas", aseveró. Aunque la armonía parece ser lo que prima en la cooperativa. "Jamás hubo diferencias que cuestionaran el proyecto o que lo hiciera peligrar", afirmó Carmen y remató: "Por el contrario, en cada reunión se vive un buen clima para salir adelante".