La equitación puede ser, además de una actividad deportiva, una práctica terapéutica. Así lo demuestra a diario un grupo de profesionales que se dedica a la equinoterapia, disciplina que emplea caballos especialmente entrenados para mejorar la calidad de vida de personas con capacidades diferentes en las áreas motora, sensorial, cognitiva, psicológica y emocionales.
La terapia mediante la utilización de caballos surgió en el mundo como complemento de tratamientos médicos tradicionales y como una alternativa para los pacientes con necesidades educativas especiales, ya que se emplea al animal como un medio vinculante para combinar los tratamientos médicos y la actividad recreativa.
Según María de los Angeles Kalbermatter, titular de la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Discapacitados -el primer centro en su tipo del país-, los pacientes que más acuden son los que tienen algún tipo de dificultad en el aparato locomotor (cuadripléjicas, hemipléjicas o con amputaciones de miembros). También aquellos con parálisis cerebral parcial, que les impide mover independientemente sus músculos. "Con frecuencia también llegan pacientes psicóticos, autistas, esquizofrénicos, no videntes, hipoacúsicos y sordomudos", agregó.
La equinoterapia permite también el tratamiento de alumnos de escuelas especiales, poniéndolos en contacto con la naturaleza y con un animal que, de acuerdo con lo demostrado por distintos especialistas en el mundo, establece un particular vínculo de colaboración y lealtad con el hombre.
Trabajo interdisciplinario
La actividad en la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Discapacitados involucra a profesores de educación especial y educación física, instructores de equitación, psicólogos y médicos especialistas que trabajan en conjunto para diseñar los ejercicios con los caballos, adecuados para cada persona.
En un primer momento, los alumnos aprenden a montar caballos especialmente entrenados, denominados "maestros", con la ayuda de los profesores que les enseñan a tomar confianza con el animal como herramienta indispensable para el tratamiento. Luego, comienzan a cabalgar con ellos recorriendo la pista, y poco a poco, se suman la práctica de determinados movimientos y destrezas que contribuyen a generar seguridad.
El adiestramiento en equitación contribuye a lograr el equilibrio en pacientes con dificultades motrices, que deben procurar mantener el cuerpo erguido para no caerse. "El cuerpo del jinete se mueve de forma suave y rítmica, lo que ayuda a mejorar el equilibrio, recuperar la confianza y, sobre todo, revertir el grado de discapacidad", explicó Kalbermatter.
Otra de las ventajas de esta terapia complementaria es que ayuda a mejorar el tono muscular, aumentar la coordinación entre la vista y los movimientos musculares y desarrollar la noción de lateralidad.
Aumento de la autoestima
Las sensaciones y emociones que se despliegan durante la practica de la equitación fueron las que llevaron, hace 50 años, a investigar acerca de la utilización de este recurso para la rehabilitación. "Tratamos que los alumnos que concurren a la asociación hayan sido derivados por un médico, por cuanto nuestro trabajo funciona como complemento de los tratamientos convencionales".
Diferentes especialistas del país y del exterior coinciden en afirmar que los logros más destacados se observan en el área de la neurología, especialmente en pacientes con parálisis cerebral y con síndrome de Down, además de contribuir a elevar la autoestima, fomentar la integración y el autovalimiento.
Fortalecimiento de los músculos
Hasta hace un tiempo era difícil imaginar que alguien en silla de ruedas (o sin una pierna) pudiera montar un caballo, sin embargo, ahora es posible hacerlo para fortalecer los músculos, mejorar el equilibrio y la coordinación, como también aumentar la autoestima. El tratamiento puede ser utilizado por discapacitados del aparato locomotor (dificultad para caminar, amputados o en silla de ruedas); discapacitados mentales (retraso madurativo, psicóticos, autistas, esquizofrénicos); personas con problemas sensoriales (ciegos, sordos, mudos); y por quienes sufren parálisis cerebral y cuadripléjicos.
Por ejemplo, en los chicos Down -o con problemas mentales- que están acostumbrados a recibir órdenes, la equinoterapia les permite decidir por sí mismos y tener dominio sobre el caballo.
En el caso de las dificultades físicas, en ocasiones logra evitar la intervención quirúrgica porque los músculos que se ponen en funcionamiento al andar a caballo son los mismos que se usan para caminar.
La equinoterapia nació en la Argentina cuando a María de los Angeles Kalbermatter le amputaron una pierna a causa de un cáncer. A pesar del trance no se dio por vencida, quiso hacer deportes y siguió nadando como antes, sin olvidar su pasión y adoración por los corceles.
Al observar progresos en su propia dolencia, solicitó permiso para pasear a los chicos con discapacidad y percibió que el ejercicio de montar podría ser una terapia.
Las actividades de la Asociación se desarrollan en el Hipódromo de Palermo, donde también se entrenan a los caballos. La entidad, que funciona desde hace 21 años, tiene subsedes en la ciudad bonaerense de Olavarría y en Calafate, provincia de Santa Cruz.
Si bien la Asociación Argentina de Actividades Ecuestres para Discapacitados fue una de las precursoras en este tipo de tratamientos, también trabajan con esta modalidad la Asociación Argentina de Equinoterapia; el Centro de Equinoterapia de la provincia de Buenos Aires; la Escuela de Equitación Hipocampo, entre otros establecimientos.