Madrid. - Ya no hay dudas: la organización separatista vasca ETA apunta al turismo. Con una campaña de ataques terroristas en plena temporada de verano pretende sembrar el miedo y el terror entre los turistas de la costa mediterránea y disuadir a aquellos extranjeros que tienen la intención de viajar a España. El aeropuerto de Málaga se salvó el jueves de una catástrofe, al ser desactivado el coche bomba cargado con 60 kilos de explosivos. Los terroristas escogieron a conciencia el aeropuerto de esta ciudad andaluza en la Costa del Sol, puerta principal de entrada a una región elegida por muchos para pasar sus vacaciones.
Dos días antes, en Torrevieja, Alicante, una activista de ETA moría al manipular material explosivo. Según explicó el ministro del Interior, Mariano Rajoy, la chica, de 22 años, estaba planeando con su cómplice, que logró escapar, una serie de atentados con bombas en lugares turísticos que hubiesen generado el caos.
El sector turístico, entre las primeras industrias del país, reaccionó hasta el momento con serenidad. Según subrayó una portavoz del consorcio alemán TUI, España sigue siendo uno de los destinos más seguros. El gobierno de la comunidad autónoma de Andalucía no ve razón alguna para la intranquilidad. El consejero de Turismo andaluz, José Hurtado, aseguró: "Cuatro locos no pueden amedrentar un pueblo entero. La gente debe seguir disfrutando de sus vacaciones".
El descanso le gana al miedo
El ministro regional dijo que en el pasado la serie de atentados en lugares turísticos no tuvieron efecto y auguró que esta vez también será así. El presidente de la Federación Española de Agencias de Viajes (FEAV), Jesús Martínez, señaló en declaraciones al diario El Periódico: "La Costa del Sol está ahora mismo repleta y lo estará aún más el próximo mes". Agregó que la necesidad de descanso es más grande que el miedo a las bombas. Martínez sin embargo reconoció que la situación daña la imagen de España y que si a los ataques terroristas se hubiesen sumado las huelgas en el transporte entonces sí se habría acusado una incidencia negativa.
Desde 1979, ETA ha elegido cada vez más destinos de la costa mediterránea como blanco de sus ataques y con ello confía en dañar la economía nacional. España, con 48 millones de turistas es el segundo país del mundo que más turistas acoge. El turismo significa una décima parte del producto interno bruto y, entre otros objetivos, los independentistas vascos buscan publicitar su actuación. Los atentados en estos destinos tienen una mayor repercusión en los medios internacionales que los que ocurren en las provincias vascas.
La policía española ha reforzado su presencia en las costas y ha enviado expertos en explosivos, pero lo tienen especialmente difícil a la hora de seguir a los que colocan las bombas. ETA no tiene un comando fijo en una región sino que pone en marcha pequeños comandos itinerantes de dos o tres personas, que en su mayoría son "legales", es decir, que la policía no ha fichado todavía y que hasta el momento han conducido una vida como la de cualquier otro civil.
La chica que murió en Torrevieja, por ejemplo, estudiaba en el País Vasco y jugaba bien al fútbol. Su cómplice, trabajaba en una funeraria cerca de San Sebastián. El material explosivo y los encargos los reciben de correos provenientes de Francia, donde se presume que se esconde la dirección de la organización.