U.G. Mauro
"Con nuestras canciones pretendemos que los duros castigos diarios que sufrimos los argentinos cuando salimos a la calle no se metan con nosotros en nuestra casa", manifestó a Escenario el cantante Joaquín Galán, quien junto a su hermana Lucía integra el dúo Pimpinela que hoy a las 21.30 presenta su espectáculo "Buena onda", título de su último disco, en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza. "Vamos a hacer un recorrido por nuestras canciones más exitosas a través de diecinueve años de trayectoria. Esto es la continuidad de una gira que empezó el 8 de abril, cuando actuamos en Ferrocarril Oeste y así comenzamos también el festejo de los 20 años del dúo, que se cumple el 6 de noviembre", expresó el cantante y compositor, quien además destacó que en el espectáculo adelantarán también las canciones de los que será el álbum de los 20 años, "Pimpinela Gold", que se editará en septiembre. El estilo de Pimpinela se caracterizó desde siempre por construir con cada canción una minicomedia melodramática o de enredos, en base a diálogos y réplicas sobre temas de la vida en pareja, logrando además que el público olvidara que la relación entre ambos intérpretes es de hermanos. Fue el cantante Luis Aguilé quien, a comienzos de los años 80, impulsó a los hermanos a la profesionalidad, y sus primeras presentaciones tuvieron lugar en junio de 1981. Más allá de consideraciones subjetivas, la propuesta de Lucía y Joaquín Galán dio mucha tela para cortar por parte de la crítica y fueron muchos los humoristas que con las parodias que hacían del dúo contribuyeren aún más a su difusión y popularidad. Durante 1983, Pimpinela efectuó giras por todo el continente y en el 84 llegó a España con su hit "Olvídame y pega la vuelta". Ganadores de diversos galardones -numerosos discos de oro y platino, premios Ace nacionales y extranjeros, el Aplauso de España, los ganados en los festivales de Viña del Mar y el premio Prensario- compartieron escenarios con Charles Aznavour y Dyango y hasta incursionaron en 1987 en la telenovela con "El duende azul". Ultimamente Lucía Galán sumó su voz a la de Palito Ortega para el tema de la tira "El sodero de mi vida", además de participar en los sketches del programa de Susana Giménez. La discografía de Pimpinela, desde 1981 hasta hoy, es la siguiente: "Las primeras golondrinas", "Pimpinela", "Hermanos", "Convivencia", "Lucía y Joaquín", "El duende azul", "Estaciones", "Ahora me toca a mí", "Hay amores y amores", "Diez años después", "Pimpinela 92", "Hay amores que matan", "Nuestras 12 mejores canciones", "En concierto", "De corazón a corazón", "Pasiones", "Maridos y mujer", "Corazón gitano" y "Buena onda". -¿En el show se contará con la presencia de algún invitado? -En cuanto a quienes actuaron con nosotros -Libertad Lamarque, Dyango, Aznavour y hasta Diego Maradona-, vamos a proyectar algunas imágenes. En lo que hace a la puesta, seremos diez músicos y cantantes en escena, pero además vamos presentar a una artista que estamos produciendo nosotros y que es de la zona de Rosario, de Capitán Bermúdez y anda muy bien, Lola Ponce. -¿Qué representa en la carrera de Pimpinela el disco "Buena onda"? -"Buena onda" cierra una etapa en la que intentamos mostrar canciones diferentes a las historias de pareja a las que está acostumbrada la gente. La diferencia mayor con nuestros primeros registros reside en que este disco va bastante más allá y en que le dimos mucha importancia a los arreglos y a indagar en ritmos centroamericanos. Obviamente, la diferencia mayor reside en las presentaciones en vivo, donde aparecemos mejor plantados en escena y con temática actualizada. -¿Cómo hacen para generar "buena onda" en este marco económico y social? -El título y la canción son una expresión de deseo. Plantea la necesidad de no perder la esperanza en el futuro. Creemos que los cambios no hay que pedírselos sólo a los políticos -algo a lo que tenemos todo nuestro derecho y ahora más que nunca-, sino también buscarlos nosotros mismos. Sé que es difícil hablar así porque lo cotidiano agobia, pero si uno no recupera la esperanza no hay nadie que lo pueda hacer por uno. -¿Cómo definen al nuevo disco? -Es un álbum que muestra mucho de la problemática que estamos viviendo. Uno de los temas, "Compañero" por ejemplo, es la historia de una pareja que lucha para superar los avatares de no llegar a fin de mes, habla del que se queda sin trabajo. Es como tratar de dar a entender que esto no va a ser para siempre. -¿Entonces les interesa lo testimonial? -Con las debidas diferencias con aquella canción que se acerca a la protesta, nuestra canción también deja testimonio. Siempre lo nuestro fue mostrar el amor y seguimos en nuestro estilo, pero el amor hoy se vive influido por el contexto. que agrede permanentemente. Pero el mensaje es tratar que estos castigos diarios que tenemos afuera no se meta en nuestra casa. -¿Cuál es la metodología de trabajo del dúo y cómo construyen el repertorio? -Yo, por vocación, estoy más encargado de la composición, siempre con la opinión de Lucía. Ella es la que cuida que las cosas tengan ese toque por el que lo nuestro gusta. Lucía siempre se volcó hacia lo histriónico. -¿Es ahí cuando se pelean en serio? -Si. Se suele armar alguna trifulca, pero son las peleas de hermanos que sostenemos desde que éramos chicos, pero no hay nada a esta altura que nos pueda mover el piso en cuanto a la relación. -¿No existe un parecido demasiado grande entre los videoclips nuevos y lo hecho para la apertura de "El sodero de mi vida"? -Se dice que la apertura de "El sodero..." es parecida al videoclip de "Buena onda", con gente en la calle bailando... Puede ser, pero existen muchos videos de otros artistas con elementos comunes, como en el caso de Natalia Oreiro, donde también se ve gente haciendo candombe en la calle, pero no hay idea de copiarse. -¿Todo lo que editan es creación propia? -Desde el disco "Las primeras golondrinas", todo lo hecho es en un 95por ciento de nuestra creación. Cuando uno canta por uno mismo tiene, al menos, la chance de sentirse mejor. -¿Dónde están teniendo más repercusión? -Desde la década del 90, en las cabeceras de la música hispana; España, Estados Unidos, México y Argentina, y al resto de América latina vamos cada 2 años, con lo que todo es muy parejo. -A Pimpinela se lo criticó duramente por su melodramatismo; ¿esas críticas los llevaron a algún cambio, a alguna reflexión? -A las cosas hay que analizarlas en su contexto. Lo nuestro fue siempre una especie de caricatura de la vida de la pareja. En los 80, cuando estábamos menos curtidos, nos dolían las críticas que aunque ponderaban la técnica, nos pegaban a nosotros. Eso es una artimaña para lapidar lo que no se entiende. No se puede criticar aisladamente; hay que ver qué le provoca al público, pero lo que hacemos debe tener algún valor si el público, después de 19 años sigue yendo a vernos. -¿El público se comporta igual que siempre? -Es un público incondicional, más allá de los aciertos o desaciertos; gente muy sentimental y muy sensible. Básicamente el nuestro es público familiar que abarca desde el chiquito de 4 años que nos imita con su hermanita hasta la abuela de 80. -¿Alguna vez pensaron en carreras separadas? -Siempre descartamos eso; Pimpinela no nos ahoga y hasta nos da tiempo de producir a otros artistas. Lucía hasta pudo actuar, algo que le gusta mucho. No necesitamos pensar en separarnos. -¿De qué se trata el trabajo social que desarrollan? -Siempre nos interesó trabajar con los chicos, a partir de ver la postergación que sufren en nuestro continente. Al principio iniciamos algunas cosas actuando en orfanatos, hogares y puericultorios. Nosotros siempre pedíamos a los empresarios artísticos que nos organizarán alguna actividad así hasta que en 1996 inauguramos nuestro hogarcito en Vicente López, con 25 chicos derivados de los juzgados de la provincia de Buenos Aires. Ya tenemos 16 chicos en adopción y algunos pudieron encontrar y volver a sus familias de origen. Allí trabajan además 18 personas y la casa es una donación de la provincia. Ese es nuestro mejor disco de oro. -¿Cuánto tiempo les ocupa? -Nosotros semanalmente vamos allí. Al principio lo manteníamos de nuestro bolsillo y con el correr del tiempo armamos una red solidaria para que esto se autoabastezca partiendo de donaciones y subsidios.
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