| | No habrá marcha atrás con el escudo antimisiles
| Moscú. - Funcionarios estadounidenses de alto rango prometieron ayer, tras reunirse en el Kremlin con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, iniciar arduas negociaciones de armas en los meses siguientes, pero agregaron que las consultas no impedirán a su gobierno seguir adelante con las pruebas para un nuevo escudo antimisiles. Al establecer una agenda para conversaciones sobre armamento estratégico, la asesora de Seguridad Nacional estadounidense, Condoleezza Rice y su colega ruso vieron con beneplácito la oportunidad de pasar de la confrontación a la cooperación, pero ambos rehusaron retroceder de sus enérgicas posiciones. Washington seguirá adelante con las pruebas de un nuevo sistema de defensa antimisiles, dijo Rice, mientras que Vladimir Rushailo, director del Consejo de Seguridad de Rusia, dijo que Moscú insistirá en largas y laboriosas negociaciones para tratar de salvar el Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972, que prohíbe tales sistemas. Rice ya había advertido que las consultas con Rusia no impedirán al gobierno estadounidense emplazar su controversial sistema antimisiles. "Las nuevas amenazas a la que nos enfrentamos ... no pueden esperar, y hemos decidido trabajar fuertemente en los próximos meses", señaló a la prensa luego que ella y Rushailo, se reunieron con el presidente Vladimir Putin. Rice agregó que los negociadores actuarían con suficiente rapidez para que los presidentes George W. Bush y Putin pudiesen tener las propuestas durante su próxima reunión, en Shanghai, en octubre. Rice reiteró que EEUU llevaría a cabo las pruebas del escudo antimisiles. El Departamento de Defensa dijo a principios de mes que se comenzaría a construir un centro de pruebas en abril. Moscú cree que el abandono del tratado de Misiles Antibalísticos destruirá las bases de la seguridad global y llevará a una nueva carrera armamentista. El plan de Bush es sumamente controversial. Muchos críticos opinan que el sistema nunca funcionará a la perfección, denuncian que violaría un tratado internacional con el cual EEUU está comprometido y alienaría a países como Rusia, China y varios en Europa. Algunos críticos opinan que se trata de un plan para favorecer a las grandes empresas privadas de aeronáutica y armamentos, que suelen dar dinero a campañas políticas. Bush rechaza las acusaciones.
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