En los repliegues del alma argentina se guarecen dos ilusiones. Una de ellas es la que nos inculcaron en la escuela de que somos un país con tanta riqueza que no es necesario hacer grandes esfuerzos para ganarse la vida. La otra ilusión es la creencia de que al final -hagamos lo que hagamos- desde afuera no nos dejarán caer porque no les conviene que caigamos.
Como corolario de esas dos fantasías mentales, aparece la sagaz deducción del conocido sindicalista Luis Barrionuevo "aquí nadie hizo dinero trabajando sino viviendo de los demás".
Pero estas falsas premisas fueron hechas añicos con proyectiles de grueso calibre:
a) La quiebra del Estado al agotarse el crédito público en la última licitación de Letes.
b) La declaración del presidente Bush de que la crisis argentina es una cuestión doméstica.
c) La afirmación de Alan Greenspan, manifestando que han sido adoptadas medidas para que el potencial contagio del efecto argentino sea pequeño.
d)Las expresiones de Paul O'Neill, secretario del Tesoro, en una interpelación parlamentaria, de que en caso de crisis de Argentina no tendría personal disponible para atenderla.
A partir de estos contundentes hechos, el Estado nacional, las provincias y municipios, no tienen más remedio que resignarse a gastar lo que recaudan porque hay una espada de Damocles pendiendo sobre sus cabezas.
Si Cavallo, la Alianza o el justicialismo intentan alguna jugarreta por izquierda, y pretenden crear nuevos impuestos, echar mano a las reservas bancarias o sustraer los recursos de las AFJP, se les vendrá toda la estantería encima y terminarán siendo inmolados por la furia de los acontecimientos.
El plan de recortes es tan sólo un punto de partida. La verdadera tarea en serio viene a continuación, pero muchos tenemos la impresión de que ni el propio presidente, ni su ministro, ni los gobernadores, ni los intendentes están conscientes de la magnitud del ajuste que se les viene encima y que deberán aplicar personalmente.
El despilfarro sigue
El nuevo plan de déficit cero consiste en un último y desesperado intento para detener lo irremediable: reducir el gasto público a lo que se tiene. Pero enfocan mal porque ajustan sueldos de empleados públicos, recortan jubilaciones y hacen quitas a los proveedores. Es indudable que con estas medidas se gastará menos pero se sigue gastando mal. El modelo impulsado por Menem-Cavallo consistió en aumentar el gasto público con las privatizaciones, luego con el endeudamiento externo y finalmente con los impuestazos.
El esquema menemista permitió malgastar cuantiosos fondos en todas las circunstancias. En los últimos doce años, nunca el gobierno redujo el gasto público. Tampoco se le ocurrió constituir un fondo de estabilización para ahorrar en épocas de vacas gordas y atender necesidades sociales en tiempos de vacas flacas. Se despilfarró dinero sin orden ni medida, tanto cuando se vendían empresas públicas como cuando crecía el producto bruto interno.
También se despilfarró dinero al descubrirse el mecanismo que permite aumentar las reservas en divisas del Banco Central incrementando la deuda pública del Estado.
Cuando los recursos tributarios se redujeron por la depresión emergente, se continuó el despilfarro mediante impuestazos que evitaban la reducción de las erogaciones del Estado. Pero de pronto se produjo el principio del fin cuando Cavallo despidió a Pedro Pou porque le impedía echar mano a las reservas bancarias y los respaldos en divisas de la convertibilidad.
En ese preciso momento el FMI le prohibió hacerlo y por eso ahora ha pasado a despilfarrar lo que se tiene.
Este frenesí irracional no puede prolongarse y esa es la cuestión pendiente que deberá enfrentar Cavallo en los próximos días. Porque equilibrar a costa de los magros ingresos de jubilados o de los sueldos de empleados públicos, manteniendo intactos los gastos políticos y la totalidad de gastos inútiles, es algo verdaderamente inicuo que ofende el sentimiento de justicia.
Qué depara el corto plazo
El recrudecimiento de la tasa de riesgo-país de los últimos días presagia la existencia de una poderosísima presión para que Cavallo no sólo comience a reducir el gasto sino a dejar de gastar mal.
El recorte a los sueldos y jubilaciones no podrá mantenerse mucho tiempo pero la rectificación progresista de Raúl Alfonsín y sus acólitos acelerará la caída.
Para evitar el colapso, Domingo Cavallo y Fernando de la Rúa tendrán que empeñarse en sustituir el plan originario por otro tipo de cirugía profunda: la verdadera poda del gasto público, rescatando a los ancianos y a quienes trabajan honradamente en el Estado. Ellos y la oposición justicialista se verán acorralados por un clamor creciente, no sólo de la sociedad sino de los buenos empleados públicos, para que hagan lo que nunca quisieron: la auténtica reforma del Estado con reducción del gasto y reforma del sistema impositivo.
Pese a su empecinamiento, Cavallo tendrá que reemplazar el recorte de emergencia de estos días por la puesta en marcha de una serie de programas tendiente a reformar en serio el Estado:
1) Reformar las instituciones políticas para que haya un solo senador por provincia en lugar de los tres actuales, reducir a la mitad el número de diputados y establecer el sistema unicameral.
2) Disminuir un 30% las partidas del Poder Judicial dándole facultades para que hagan una reforma de trámites, sistemas y procedimientos aplicando ese ahorro al mantenimiento de sus sueldos.
3) Eliminar los subsidios, becas y pensiones graciables que otorgan los diputados y senadores a sus familiares, amigos y amigas.
4) Suprimir los aportes y contribuciones a los denominados "entes cooperadores" y anular las transferencias a los registros de la propiedad automotor y otras oficinas que gocen de similares canonjías.
5) Achicar el presupuesto de la Side y los gastos reservados.
6) Cancelar programas inútiles en los ministerios de Economía, Salud, Interior y Justicia.
7) Anular la estructura del Ministerio de Coordinación, asumiendo el presidente la jefatura de su Gabinete y convirtiendo a su actual jefe en un eficaz secretario ejecutivo de la presidencia.
8) Eliminar las transferencias de fondos para atender gastos políticos en las universidades y el financiamiento del activismo estudiantil.
9) Limitar las secretarías y dependencias de la Presidencia de la Nación.
10) Declarar incompatible el cobro de sueldos en el Estado con la percepción de jubilaciones.
11) Borrar toda manifestación de "caja política" en la Ansés y el Pami.
12) Transferir al Tesoro Nacional las utilidades de la Administración Nacional de Puertos y los fondos de organismos residuales.
13) Convertir el Ministerio de Educación en un Consejo Asesor de Educación integrado por los más brillantes cerebros argentinos.
14) Implantar el sistema de cheques escolares para los padres de alumnos primarios y secundarios, delegando la administración escolar al rector de cada establecimiento.
15) Reducir los aportes del tesoro nacional a las provincias y eliminar subsidios al gas patagónico, autopistas con peajes y ferrocarriles.
16) Crear un Fondo de Construcciones Escolares transfiriendo los subsidios que reciben la industria del tabaco y las naftas patagónicas.
17) Declarar la emergencia previsional eliminando todas las jubilaciones de privilegio que se apoyen en certificados falsos, no tengan aportes o no cuenten con la edad jubilatoria.
18) Eliminar todos los ñoquis y asesores del Congreso y del Poder Ejecutivo, estableciendo que el gasto por todo concepto de cada legislador, no podrá ser superior al doble del sueldo del presidente.
19) Aplicar una reestructuración del aparato administrativo estatal, eliminando funciones inútiles, tareas repetidas y oficinas con nombres rimbombantes y pasando a retiro activo el personal excedente.
20) Reducir los cargos jerárquicos a sólo cuatro escalones en lugar de los 24 niveles actuales.
21) Empadronar por medio de las oficinas de correo a los dos millones y medio de desocupados, eliminar los 72 programas de asistencia social incluyendo el Plan Trabajar, unificarlos en un único fondo, crear un seguro de desempleo y encomendar su administración y control a un consejo ejecutivo integrado por Cáritas, la Amia, la Sociedad Islámica de Beneficencia y la Mutual de Ayuda Evangélica.
Si lo hacen, podremos refundar la patria sobre los valores de la generosidad, la humildad, el respeto mutuo, la honradez y la conciencia de responsabilidad y ésta es la gran misión y la oportunidad irrepetible, que tenemos para levantar a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación.