Nuevamente nos encontramos con el proyecto del honorable padre Gorza para tirar abajo la iglesia de Fisherton y construir en el mismo sitio una iglesia mucho mayor. Creo que los argentinos estamos acostumbrados a aceptar las cosas tal cual van pasando, dejando actuar a otros sin participar de forma sana y generar una discusión que explique a los que no están en el tema que se discute, qué es lo que está sucediendo de manera de poder interesarlos y participar en el debate.
El tema de la iglesia de Fisherton, ya discutido en otras oportunidades, es importante para nuestra ciudad. La iglesita de Cristo Rey de Fisherton forma parte de una tradición urbana y por supuesto (eso lo doy por descontado), religiosa. No hablo hoy de la tradición religiosa ya que no está en discusión. Se sabe que durante años cientos de familias y tal vez miles se han casado, bautizado a sus hijos, tomado la comunión, en fin, han vivido activamente su vida religiosa en ella. Pero además esa iglesia forma parte de las viejas construcciones inglesas de otra época, esa época en que los ingleses interesados en la construcción del ferrocarril dejaron huellas características en las ciudades argentinas.
En todos los países del mundo las municipalidades protegen las construcciones históricas. Desgraciadamente, en esta ciudad tenemos una larga tradición de intendentes poco visionarios o de cultura restringida a la actividad política que fueron permisivos en este sentido. Recuerdo el viejo bulevar Oroño con sus dos hermosos palacios en la esquina de Córdoba, recuerdo los hermosos árboles que daban sombra y belleza a las calles de nuestra ciudad, recuerdo la fachada neoclásica de la primera Bolsa de Valores en la calle San Lorenzo, creo que se podría hacer una larga lista de edificios tristemente demolidos solamente por intereses de distintos tipos. Nada de eso ha quedado ya. Los árboles nunca fueron reemplazados y nuestra ciudad se ha transformado en una ciudad seca. Las casas de bulevar Oroño, representativas de una época, nunca más se pudieron construir: los tiempos fueron distintos, las formas de vida cambiaron y en su lugar se construyeron edificios que seguramente no formarán parte de la historia edilicia de la ciudad.
Las ciudades del mundo tienen orgullo de su historia y les importa mantener la memoria de lo que las fue formando. Nosotros tiramos, derrumbamos y construimos encima muchas veces cosas peores.
No es que esté en contra de una iglesia mejor: estoy segura de que el padre Gorza analizará muy bien el proyecto a realizar de manera tal que toda la ciudad se sienta orgullosa, sería bárbaro que el padre tomara el ejemplo de los Santos Padres que llamaron a los mejores arquitectos de su época para construir la casa de Dios (Miguel Angel fue uno de esos arquitectos). Tampoco es que esté en contra de una iglesia más grande: tal vez la cantidad de fieles así lo demande, tal vez de esa manera Jesús nos pueda ver más de cerca y nosotros lo podamos ver más directamente a él en su propia casa. Pero esa futura hermosa iglesia, el futuro orgullo de este barrio no tiene por qué ser emplazado en el sitio de la vieja iglesita de Fisherton, esa iglesia auténtica, esa que no fue creada como una imitación. Que responde a un época importante del crecimiento de nuestra ciudad, que tiene que ver con la personalidad de Fisherton, con la estación y con la plaza.
El respeto por las tradiciones
Padre Gorza, he visitado este otoño una iglesia católica construida en el pueblito montañés de Vals en Suiza. Fui allí a pedido de un feligrés de Rosario, quien me contó la larga historia de tradiciones que respeta su ciudad natal (el es suizo y vive en Rosario). Me llamó la atención la síntesis, la humildad, la pequeñez, las luces y las sombras, la presencia de Dios tan evidente. Y era una iglesia nueva, en la que sólo entrarían tal vez 30 o 40 personas. Eramos allí sólo 7 personas, dos católicos, 4 protestantes y un budista. Esa iglesia fue construida para reemplazar otra de varios cientos de años que había sido destrozada por una avalancha de nieve. Se hizo casi en el mismo lugar, de un tamaño similar y de manera tal que nunca deje de olvidarse la anterior, respetando sus ruinas. Las autoridades de la iglesia le pidieron el proyecto a uno de los mejores arquitectos de Suiza. Pero se hizo porque la otra fue destruida por la naturaleza. En cambio nosotros vamos a hacer como la avalancha, vamos a destrozar la iglesia que hace tantas décadas está allí. Padre Gorza, usted ya tuvo la oportunidad de construir un edificio al lado de la iglesia. Y si algo la gente sigue yendo a ver en la zona, no es esa nueva edificación hecha por usted, sino la vieja iglesita de Fisherton. ¿Va a probar usted de nuevo? \La Iglesia y la religión no tienen por qué estar en contra de la historia y de la voluntad de un pueblo. La Iglesia y la religión deberían estar luchando también para que nuestra ciudad sea un lugar de orgullo de tradiciones. Es tiempo de que los ciudadanos empecemos a participar de nuestro destino, de opinar sobre cómo se van a ir modificando la ciudad y el barrio que vivimos todos los días. Si no empezamos desde acá, desde la mínima unidad, cómo vamos a llegar a expresar nuestra opinión en la provincia y en el país como un "todo". Creo haber escuchado que usted dijo que prefería abandonar el proyecto que dividir a su feligresía. De alguna manera esta discusión absurda nos divide. No abandone su proyecto ni sus ambiciones, recibirá mucho apoyo de la comunidad, pero por favor hágalo en otro lugar, no es necesario destruir nuestra iglesia. Le demostraremos a monseñor Mirás que nuestra fe es lo suficientemente fuerte como para caminar unas cuantas cuadras.