Año CXXXIV
 Nº 49.184
Rosario,
domingo  22 de
julio de 2001
Min 7º
Máx 12º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Ruta gastronómica: Filosofía al plato
El pensador Alejandro Frango propone paseos inspirados en el arte del buen comer

Corina Canale

El filósofo Alejandro Frango creó para las vacaciones de invierno paseos temáticos pensados para todos los bolsillos pero sólo para "gourmands" de espíritus sensibles. Este profesor de literatura y genial dibujante de paisajes urbanos inventó la palabra "gastrosofía" para unir el arte de la buena cocina y la filosofía del buen comer.
"No lo sé", contesta cuando se le pregunta cómo acuñó el vocablo. Es posible que su mente agilísima haya soltado la palabrita en la pequeña cocina de su loft sanisidrense, donde recaló dejando atrás su rótulo de hombre porteño.
En el único espacio de su casa hay una pared altísima cubierta de libros y un punching ball que cuelga, pesadamente, del techo. Y también una chimenea para los fuegos del invierno, velas de olores suaves, muchos helechos y una bicicleta para sus travesías mañaneras por calles escarchadas.
El hombre de edad incierta es pequeño y simpático, pero decididamente solitario. Ama profundamente a Jorge Luis Borges _"al escritor, al hombre y al personaje"_, con quien compartió todos los grupos de lectura que pudo. El escritor fue quien lo inspiró, hace siete años, cuando creó la Caminata Borgiana por el barrio de Palermo.
En la casa loft de San Isidro recibirá a un grupo de "gourmands" el próximo martes, cerca del anochecer, para disfrutar de un "cooking workshop" de cacerolas y manjares, una suerte de taller de cocina. Alejandro presentará al cocinero de turno y comenzará la sesión de "gastrosofía".
El tema del día será: "el origen, la esencia y la técnica de los champignones rellenos y del coq au vin". Alrededor de este eje temático comenzará a forjarse un infinito mundo de anécdotas y sabores. Demostrará cuántas páginas de nuestra historia hubieran sido diferentes de no haber estado allí, muy presentes, los detonantes emocionales de la comida.
Ya develado el secreto de los champignones, las vacaciones de invierno empujarán al filósofo hacia el bucólico paisaje cordobés de la estancia Dos Lunas, en el valle de Ongamira. Dos días, del 27 al 29 de julio, en que Alejandro deleitará a sus seguidores con curiosas charlas sobre el arte y la filosofía del buen comer y el buen beber.
Filosofará sobre las recetas monacales que vinieron al nuevo mundo en las valijas de los conquistadores. Y contará muchas historias de aquellos platos elaborados en las recoletas cocinas de los conventos. El almuerzo será tan largo como la sobremesa, porque descubrirá para los comensales el arte de separar los sabores y los olores.
Al otro día, ante otra receta monacal, Alejandro hablará sobre la historia y la evolución de los vinos. Y demostrará que "si hay algo tan agradable como beber un buen vino... es hablar de vinos", un tema que da para la subjetividad y la imaginación. Introducirá al grupo en los placeres relativos al color, el aroma y el sabor. Contará que mirar el vino, antes de beberlo, es iniciar el camino de una apreciación más profunda donde aparecen las propias emociones.
Las cabalgatas por Alto Ongamira ya son un recuerdo, y el filósofo ya está otra vez inmerso en la ciudad de cemento. Dice que esta "historia del restaurante" nació una tarde de reflexiones en el calmado paisaje del delta del Paraná.
Allí recordó la frase que Boulanger pronunció en 1765 en París. Dijo: "venid a mi hombres de estómagos fatigados, que yo os restauraré". Fue en ese tiempo, y en esa ciudad que ya presentía la gran revolución, que los hombres sintieron la necesidad de comer en sitios públicos.
Alejandro eligió para estas veladas especiales un lugar exclusivo de Buenos Aires, como es el restaurante "La Cave de la Bourgogne", del tradicional Hotel Alvear. Allí estará con quienes deseen acompañarlo el 7 de agosto.
La charla versará sobre la aparición de los restaurantes y de cómo se fueron modificando las maneras de comer en público. Arrancará con los romanos del siglo I, que al ir de un lugar hacia el otro necesitaban alimentarse en el camino. Así nacieron las postas, que los estudiosos de los hábitos culturales de los pueblos compararon con los "tambos" de los incas.



La estancia Dos Lunas, en el valle cordobés de Ongamira.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados